10 de octubre de 2009

La Plaza Alfonso López (II)

Espacio central de la Plaza Alfonso López
Discontinuidad de las aceras en los extremos de la Plaza.
" Plaza de Banderas" en la Plaza Alfonso López

Los jueces haciendo ciudad

Por: Luis Fdo. Acebedo R.

A pesar de los últimos gobernantes, la Plaza Alfonso López adquirió una nueva cara desde comienzos de este año. Buena, regular o mala, ya veremos. Los ciudadanos finalmente tienen la última palabra y emitirán sus propios juicios según el grado de apropiación que le den a ese lugar. Y digo que “a pesar” de los gobernantes, porque la Plaza Alfonso López es hoy lo que es, por la obstinación de los ciudadanos organizados del sector que interpusieron varias acciones jurídicas a cada uno de los tres últimos alcaldes de la ciudad.

A Germán Cardona, el dinamitero, a quien la comunidad forzó a un pacto de cumplimiento para que tomara las medidas conducentes a reconstruir la plaza pública, luego de la implosión del edificio de la Alcaldía. A Néstor Eugenio Cardona, quién lideró el concurso para definir los diseños de la nueva plaza, dejándole a un tercero la responsabilidad de su construcción. Y a Luis Roberto Rivas por tratar de hacerse el loco con el cumplimiento de esta responsabilidad al comienzo de su mandato. Finalmente, los jueces se encargaron de hacer cumplir los pactos y crearon un precedente jurídico sobre el uso de ciertos instrumentos legales para garantizar los derechos ciudadanos al espacio público.

Por estos días recorrí nuevamente la Plaza con sus nuevos diseños. Fueron siete años largos los que se tomó la clase dirigente manizaleña para devolverle a la ciudad este espacio público destruido en el año 2002. Quería ver, oler, oír, recorrer, cruzar, permanecer en la Plaza. Y por supuesto, comparar.

Cuando en el año 2003 la municipalidad nos llamó para formular los términos de referencia arquitectónicos y urbanísticos para convocar al concurso de diseño del proyecto de renovación urbana de la Plaza, hicimos un esfuerzo por interpretar los deseos de la ciudad y de los ciudadanos. Al final se llamó a concursar a las firmas de arquitectos para “Consolidar la Plaza Alfonso López Pumarejo como el segundo espacio público de uso colectivo más significativo, después de la Plaza de Bolívar, por su carácter simbólico y referencial de la política Manizales: Eje del Conocimiento, su disposición para los encuentros ciudadanos y las actividades culturales a nivel urbano y metropolitano, la calidad de la oferta de servicios a nivel de las Tecnologías de la Información y la Comunicación - TIC - y su capacidad renovadora sobre su entorno más inmediato”.

Me temo que el proyecto construido no acertó en ninguna de estas características. Por un lado, creo que sus diseñadores no lograron interpretar cabalmente este planteamiento. Y por otro, quizás más importante, por las vacilaciones y el poco compromiso público de las instituciones de gobierno. Veamos por qué:

Es una plaza infrautilizada para eventos urbanos y metropolitanos, quizás por una razón elemental, porque está infradotada. Los usuarios directos o potenciales me han dado el mismo argumento: No cuenta con un sistema eléctrico apropiado para actos públicos y culturales. Al recorrer sus diferentes espacios pude constatar que no existe una sola toma para conectar un cable eléctrico. Esta es una de las razones por las cuales el pasado festival internacional de teatro prefirió utilizar otros espacios públicos de la ciudad. Paradójicamente, los diseños arquitectónicos se orientaron hacia la modalidad de una plaza de eventos más que a una plaza cívica multiusos como era nuestro interés. Así se deduce del gesto de hundir un pedazo de la plaza para generar unas graderías y crear una media torta con igual criterio en uno de sus costados.

De la política “Manizales: Eje del Conocimiento” finalmente no quedó nada, casi ni luz eléctrica; tal vez el espacio residual al occidente de la plaza, que simula una media torta para eventos culturales. Ahora bien, sin el preciado servicio de luz al que hemos hecho referencia, podríamos decir que este lugar se convirtió en una verdadera Plaza de Banderas, no por las columnatas que se erigen simbólicamente en el lugar donde estaba ubicado el edificio de la Alcaldía dinamitado, sino porque el ingenio popular, o quizás la acción de algún artista plástico, decidió hacer de la tragedia una comedia, al colocar una banderita roja por cada excremento humano depositado en la zona verde que rodea la plataforma circular y delimita el escenario vacío.

Es que los espacios inútiles o inapropiados, los espacios residuales o escindidos, los lugares no habitados, se vuelven “no lugares” en el sentido que le concede Marc Augé. Finalmente, son apropiados por los desplazados, los excluidos, los marginados, los desparchados, en fin, los beneficiarios directos de la renovación urbana, cuando ésta simplemente se ocupa de recuperar los espacios físicos, dejando intactas las condiciones de pobreza de las gentes en el lugar.

Ahí están los loquitos de la calle, los habitantes de la calle y los “trabajadores de calle” como se les conoce a los amigos de lo ajeno. Todos ellos permanecen en la plaza, viendo cruzar de aquí para allá a los desprevenidos ciudadanos con sus compras de ocasión. Algunos, arriesgan hasta su propia seguridad porque las aceras en los extremos oriental y occidental de la plaza no tienen continuidad, y en un acto reflejo, cada quién sigue su camino pero sobre la calle vehicular hasta cruzar al otro lado.

Lo que definitivamente funciona muy bien es el complejo vial subterráneo, que ha sido finalmente, el principal interés de las últimas administraciones y lo que mejor saben hacer. Calles y calles para la movilidad vehicular, para la circulación y la velocidad. Estos ingenieros-empresarios que hemos tenido como alcaldes en los últimos años le temen a lo público y a los lugares de encuentro. En últimas, le temen a la ciudad y al ejercicio de la ciudadanía. Estoy de acuerdo con Jordi Borja, quién por estos días visita nuestro país, cuando afirma que la ciudad hay que entenderla como espacio público, y el espacio público como “espacio político, de formación y expresión de voluntades colectivas, el espacio de la representación pero también del conflicto. Mientras haya espacio público, hay esperanza de revolución, o de progreso”. A esto es a lo que verdaderamente le temen nuestros alcaldes-empresarios.

10/10/09

2 comentarios:

  1. Què balance màs tenebroso !
    Yo me acuerdo perfectamente de Germàn Cardona diciendo en una entrevista en Telecafé hace cinco o seis anos, que cuando terminò su premier mandato, le dijo a su esposa que si volvìa a ser alcalde, no regresarìa a ese edificio porque no le gustaba. No sé si estaba consciente de lo dicho. Yo creo que no. El tipo dinamitò el edificio simple y sencillamente porque no le gustaba. Porque estaba viejo y seguramente por su ubicaciòn : al lado de la Galerìa. Para poder tumbarlo, argumentaron que la estructura tenìa problemas, lo cual es una perogrullada porque un edificio con 5O anos es normal que tenga problemas estructurales. Despuès de que lo desocuparon, se apresuraron a perforar las columnas para introducir la dinamita, y ahì si, la estructura quedò sentenciada. Al parecer el Alcalde Cardona tenìa que demoler a como diera lugar ese edificio porque ya habìan comprado no sè cuàntos pisos en la torre del Banco Cafetero para trasladar la Alcaldìa; estructura que entre otras cosas no està disenada para alojar servicios institucionales. Qué chanchullo tan bravo! Anos màs tarde, el ex alcalde fue nombrado « Zar anticorrupciòn ». HAGAME EL FAVOR ! Luis Fernando debe conocer mejor que yo ese torcido.

    Ese edificio nunca debìo haber sido demolido. Primero, porque era parte de la memoria urbana y arquitectònica de la ciudad, y segundo, porque su tipologìa ofrecìa infinitas posibilidades para ser recuperado : para albergar nuevamente los servicios de la Alcaldìa, o como complejo cultural, o comercial, etc… La presencia del edificio garantizaba de cierta forma la identidad del lugar. Lo estructuraba, le daba caracter. Màs que un inconveniente o estorbo, ese edificio representaba una oportunidad enorme para recuperar el lugar. Los proyectos urbanos son màs faciles de plantear cuando se cuenta con elementos contundentes como èste. Arrancar desde cero es muy complicado, y arriesgado. Conservar el edificio (con su uso institucional), era conservar un motor poderoso de vida urbana.

    De ahì la pobreza de la plaza actual. La historia del artista que nos cuenta Luis (el que le pone banderitas a la mierda de cristiano) da cuenta del fracaso. Esos desatinos, los « no lugares », terminan siendo apropiados por los habitantes de la calle, que en su mayorìa son consumidores de bazuco. El bazuco produce ganas de defecar. Por eso estos lugares terminan convertdidos literalmente en « cagaderos ».

    Para què ponen a botar corriente entonces a la Universidad Nacional en estudios ? Normalmente, los dirigentes se apoyan en los espcialistas para tomar decisiones. En una entrevista a Alain Juppé, Alcalde de Bordeaux, le preguntaron que él qué esperaba de un urbanista. Dijo : « que me ayude a tomar decisiones ». Bordeaux es hoy una de las ciudades màs importantes y pròsperas de Francia.

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  2. Tus comentarios, especialmente los del último párrafo, confirman que sí es posible establecer una alianza estratégica entre urbanismo y ciudad, entre academia y ciudad. Lo que desafortunadamente está sucediendo en Manizales es que los alcaldes "utilizan" a la Universidad para legitimar decisiones. Sin embargo, cuando los resultados técnicos indican otros caminos, entonces hacen a un lado a la universidad y pagan cuantiosos contratos a consultores privados para que le hagan lo que ellos realmente quieren.
    Hay que redefinir las relaciones entre academia y gobierno, pues no pueden seguir siendo relaciones de conveniencia.

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