24 de octubre de 2011

Manizales sin agua: La crisis del modelo ciudad-empresa

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Plantón de los indignados por la crisis del agua en Manizales. Foto Acebedo, Octubre 25 de 2011.

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Estudiantes universitarios se unieron al Plantón y expusieron las razones de sus luchas contra los contenidos de la reforma educativa presentada al Congreso por el gobierno nacional. Foto Acebedo, Octubre 25 de 2011.

Por: Luis Fernando Acebedo R 

Que Manizales se quede sin una gota de agua potable durante más de ocho días es una gran catástrofe ambiental y humanitaria para la subregión centro-sur del departamento de Caldas cuya responsabilidad alguien debe asumir. Si bien es cierto, no es hora de reproches sino de solidaridades para lograr reabastecer de agua a los manizaleños en el menor tiempo posible, también lo es que, una vez superada la crisis, debe hacerse un análisis pormenorizado de las causas y sus responsables, para finalmente establecer los planes y las medidas contingentes orientadas a evitar que, en lo posible, nunca más vuelva a suceder.

Poco a poco se van develando las causas más inmediatas de la crisis, asociada a la imprevisión de las autoridades municipales y la empresa Aguas de Manizales para atender adecuada y oportunamente la provisión del servicio de agua potable a los manizaleños, con criterios de sustentabilidad. Se ha hablado del cierre de la planta de Niza por derrumbes provocados por la pasada ola invernal y la falta de respuesta para ponerla nuevamente en funcionamiento, aun habiendo captado recursos del fondo nacional de calamidades creado por el gobierno nacional para atender oportunamente estas contingencias. Se dice también que la empresa de acueducto le cargó a la Planta Luis Prieto toda la responsabilidad de potabilización y distribución del agua sin medir las vulnerabilidades que ello implicaba para garantizar este servicio esencial para casi 400 mil habitantes. Todo ello en medio de amplias campañas publicitarias anunciando la conquista de nuevos mercados de la empresa de acueducto y alcantarillado por fuera incluso de las fronteras nacionales.

Frente a este panorama, ¿qué es lo que realmente está en crisis?. No es una crisis de agua como la viven muchos países y regiones del mundo por la explotación irracional de la naturaleza que ha implicado la desecación de sus caudales. No por ahora, aunque para allá vamos. Al fin y al cabo, se dice que Manizales es la “capital mundial del agua”, una expresión eufemística propia de los imaginarios de la competitividad donde cada ciudad debe marcar diferencias con respecto a las demás dentro de una estrategia de “marketing” urbano para la venta de servicios. Son más de 15 fuentes naturales de agua que nacen en el Parque Nacional y Natural de los Nevados y en la Reserva Río Blanco, pero son básicamente la subcuenca de Rio Blanco y la cuenca del río Chinchiná las que han alimentado del vital líquido a la ciudad.

Lo que realmente está en crisis es una particular visión de administración y gestión de la ciudad basada en criterios empresariales y que se expresa, en el caso de Manizales, en lo que algunos en el contexto internacional llaman la “ciudad como infraestructura”. Dice Burgess (2011:80) “En este modelo la infraestructura es determinante, en particular aquella que se ha puesto al servicio de la movilidad y de las comunicaciones. Se ocupa de la conectividad, la exclusión y la diferenciación y no de la integridad y la cohesión espacial”.  Burgess no conoce a Manizales pero parece que supiera que aquí primero se construyó una línea de cable aéreo hacia el Ecoparque los Yarumos que no visita nadie porque está quebrado, y de último, pero muy lentamente porque está apenas en su fase inicial, una línea que comunica al municipio de Villamaría en donde están los mayores potenciales usuarios de este servicio de transporte. Burgess tampoco sabe que en el municipio de Palestina se construye un aeropuerto “de talla internacional” pero de alcance nacional, que terminará costando 8 o 10 veces más de lo presupuestado y se consumió los recursos municipales y departamentales con los cuales se podría estar solucionando los problemas de la salud o dotando de vivienda a todas las víctimas del invierno o quizás construyendo nuevas plantas de potabilización de agua en distintos puntos de la ciudad. Si Burgess supiera que en esta ciudad se está construyendo un “Macroproyecto de Vivienda de Interés Social” en la Comuna San José en donde todos los recursos nacionales se están invirtiendo en la construcción de la Avenida Colón y no en las viviendas para los más pobres, entonces Burgess llegaría a la conclusión de que la capital mundial de la “ciudad como infraestructura” queda en Manizales.

“Ciudad-empresa” y “Ciudad como infraestructura” son dos conceptos que podrían verse como diferentes, pero no es así. En el caso de Manizales son sinónimos. Bajo los criterios de competitividad y eficiencia del mundo empresarial, aparentemente impenetrable a los fenómenos de la corrupción, se intenta demostrar que la ciudad se comporta como una empresa cuyos obreros son todos sus ciudadanos, quienes a la vez son sus clientes; la dirige un grupo de “tecnócratas” que toman decisiones supuestamente basadas en “estudios técnicos” y aparentemente sin las influencias de los politiqueros de siempre; vende servicios y si pudiera, también vendería la ciudad en los mercados globales; se estructura en torno a departamentos o secretarías cuya misión fundamental es construir infraestructuras para sus socios principales, las empresas trasnacionales o las pequeñas redes clientelistas de empresarios locales, quienes reciben jugosas utilidades legales o subrepticias repartidas entre los encargados de hacer funcionar las máquinas de producir rentas especulativas; son ciudades flexibles en cuanto a que buscan romper todas las normas –incluso las ambientales y por supuesto las de ordenación territorial- con tal de satisfacer los apetitos voraces del capital local o global; son fragmentadas social y territorialmente, abiertas a un tipo de inversión extranjera que reclama condiciones jurídicas y financieras excepcionales y espacios exclusivos desde donde se importan y exportan productos y mercancías sin controles fiscales o parafiscales.

Para las ciudades-empresa el agua no es un derecho fundamental sino un servicio que cuesta, un recurso intercambiable en las bolsas de valores, o mejor, una mercancía ligada a las redes del mercado. Como derecho fundamental hace parte de los mínimos necesarios para garantizar la existencia humana y la calidad de vida individual y colectiva, pero eso poco les importa a los infraestructuralistas en tanto que el acceso al agua como mercancía está regulado por las leyes de la oferta y la demanda. De ahí que la privatización de las empresas de servicios públicos haya avanzado en casi todas las ciudades en perjuicio del reconocimiento del mínimo vital que debería aplicarse no solo al agua, sino también a la energía o al gas. De ahí también que haya un retraso histórico para lograr la ordenación ambiental de la cuenca del río Chinchiná y la descontaminación de la quebrada Manizales, uno de sus afluentes mas atropellados por el infraestructuralismo de corte empresarial.

Todo esto demuestra que todavía siguen plenamente vigentes las propuestas lideradas por el referendo del agua y su lucha por reconocerla como un derecho fundamental, porque de esta manera tendría que darse un debate mucho más amplio por la protección de los derechos ambientales, otro asunto íntimamente relacionado y ampliamente vulnerado por el país-empresa que insiste en convertirse en distribuidor neto de materias primas para los centros de poder global y las empresas multinacionales, principales causantes del calentamiento global.

Referencia bibliográfica:

Burgess, Rod. (2011). Determinismo tecnológico y fragmentación urbana: un análisis crítico. En: Pradilla Cobos, Emilio. Ciudades compactas, dispersas, fragmentadas. Ed. Miguel Ángel Porrúa. Universidad Autónoma Metropolitana. México.

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Aspecto de la nutrida concentración de los indignados en Manizales clamando justicia por el desabastecimiento de agua en la ciudad. Foto Acebedo, Octubre 25 de 2011.