21 de diciembre de 2009

Paisaje Cultural Cafetero

CENICAFÉ, institución líder en llevar la Ciencia, la Tecnología y la Innovación a las plantaciones de café.

Area de mayor producción de café en los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y Norte del Valle,
localizados entre los 1.000 y 2.000 msnm. Fuente: Mincultura, FNC.

Panorámica de la fábrica de café liofilizado en el municipio de Chinchiná, Caldas.

Por: Luis Fdo. Acebedo R.

En el mes de febrero de 2010 el Ministerio de Cultura de Colombia presentará una vez más a la UNESCO, la propuesta de reconocimiento del Paisaje Cultural Cafetero –PCC- como patrimonio histórico de la humanidad. Se espera haber cumplido con las últimas observaciones realizadas por el organismo internacional en el mes de septiembre de 2009. De ser así, probablemente en julio del 2011 se habrá culminado exitosamente un gran esfuerzo de casi una década de investigación-gestión de muchos actores regionales interesados en lograr el reconocimiento del PCC. La academia comprometió sus primeros esfuerzos y posteriormente se sumaron otras instituciones que permitieron materializar la propuesta, entre las cuales, se encuentra la Federación Nacional de Cafeteros –FNC-, como institución líder en todos los aspectos asociados con la caficultura colombiana.

En todos estos años de investigación y aprendizaje colectivo se ha venido construyendo una noción de paisaje cultural que comenzó haciendo énfasis en los aspectos inmateriales de la cultura cafetera, pasando por la reivindicación de sus valores escénicos, hasta lograr comprender la importancia del paisaje productivo como un factor integrador entre ecosistema y cultura.

Ciertamente, es el paisaje productivo el concepto que primó en los criterios de delimitación del PCC, y allí está su principal sustento para justificar su importancia como patrimonio histórico de la humanidad, al ser un paisaje vivo y dinámico que puede auto preservarse. Las principales áreas de producción de café en los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío y norte del Valle del Cauca, suman alrededor de unas 143 hectáreas localizadas en altitudes entre los 1000 y 2000 metros sobre el nivel del mar. Allí están localizadas unas 24 mil fincas cafeteras y una población de unos 80 mil habitantes si se tiene en cuenta que fueron incluidos sólo algunos cascos urbanos que cuentan con conjuntos arquitectónicos muy bien preservados de la arquitectura republicana.

Son varias las características que dotan a este territorio de ciertas condiciones de excepcionalidad, entre las cuales se destacan: La caficultura de ladera y montaña; la pequeña propiedad del suelo para el cultivo (5 hectáreas en promedio); el papel de la FNC como institucionalidad de soporte de los caficultores y CENICAFÉ como instrumento clave en la investigación, innovación y desarrollo de la cadena del café; el alto grado de especialización en el cultivo, aunque se combina con otros cultivos agrícolas y maderables para garantizar el sustento de las familias; su relación con áreas de gran biodiversidad; el desarrollo de productos de alto valor agregado como el café liofilizado, destinado en un 95% a la exportación; su localización geográfica excepcional que garantiza la cosecha todo el año al presentarse ciclos singulares y simultáneos de floración del cafeto y maduración de los frutos.

También podrían destacarse los aportes de la arquitectura y el urbanismo de ladera, de inspiración republicana, desarrollados por los colonos antioqueños de mediados del siglo XIX implementando innovaciones tecnológicas con materiales locales como el bambú-guadua; la particularidad de los asentamientos humanos localizados casi todos sobre las crestas de las montañas o a media ladera; y aunque no necesariamente relacionado con la producción cafetera puesto que ésta tiene algo más de un siglo de existencia, están los valores arqueológicos que han salido a flote con la expansión del desarrollo, constituyendo un invaluable patrimonio material que da cuenta de los primeros pobladores indígenas de estas tierras.

A mediados del mes de diciembre, se realizó en el Eje Cafetero el último taller de socialización de esta propuesta, antes de su presentación definitiva ante la UNESCO. Participaron los representantes de los grupos de investigación de las diferentes universidades públicas y privadas, las corporaciones autónomas regionales, los comités departamentales de la FNC, algunas ONG, la dirección de patrimonio de Mincultura, entre otros. Si bien es cierto, no serán muchos los cambios que se introducirán de aquí a febrero, los participantes a este taller dejaron consignadas una serie de inquietudes que podrán tenerse en cuenta para la formulación del Plan de Manejo o para las investigaciones sucesivas, en temas tan importantes como la relación del PCC con el medio ambiente, el patrimonio, el turismo, la economía, la institucionalidad y las comunicaciones. Veamos algunas de ellas:

- La necesidad de contar con una estrategia de desarrollo sostenible que permita tener una visión integral entre los tecnosistemas, los ecosistemas y los sociosistemas del PCC.
- Entender el PCC como un territorio dinámico, flexible, en constante movimiento y transformación.
- Valorar más significativamente las particularidades del temprano proceso de urbanización en la Ecoregión del Eje Cafetero, su carácter polinuclear y la red de ciudades. Así mismo, desarrollar el concepto de lo rururbano como una categoría que permite entender la relación simbiótica entre lo rural y lo urbano en esta región.
- Impulsar el observatorio de paisajes culturales como una opción para sistematizar, evaluar, producir indicadores y ejercer control y veeduría en el desarrollo de los planes de manejo.
- Profundizar en las amenazas y riesgos que tiene el PCC, tales como la pérdida de biodiversidad, el turismo de baja calidad y de fuertes impactos ambientales, la profundización del desempleo, la pobreza y la inequidad.
- Ampliar los procesos participativos, más allá de aquellos propios de la FNC para garantizar la apropiación cultural y social del PCC.
- Impulsar estrategias de comunicación y crear nodos departamentales de comunicaciones que puedan utilizar al máximo la red de información y comunicación de la región.
- Continuar estudiando los diferentes instrumentos de gestión y financiación del PCC.
- Integrar las redes y circuitos de conocimiento en la región para mejorar la investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación del PCC.
- Desarrollar el concepto de turismo educativo, científico y de conservación del paisaje.
- Promover un documento CONPES para volver política pública el PCC.

Todo esto no hace sino confirmar que con declaratoria o no del PCC por parte de la UNESCO, existe una sociedad comprometida con la defensa de su paisaje cultural en torno a la caficultura, con una visión endógena regional que le permitiría convertirse en un referente internacional de administración-gestión
del paisaje para beneficio de su comunidad, de la calidad de vida de sus gentes y de la adecuada relación con el medio ambiente y los recursos naturales que le sirven de soporte.
P.D: Con montivo de las vacaciones de fin de año, daré un compás de espera en la publicación semanal de mis caleidoscopios ubanos. Estaré de regreso el 18 de Enero de 2010. Felices fiestas.

13 de diciembre de 2009

Orígenes de la vivienda obrero-industrial en Colombia

Tipología de los "Cottage" en la Inglaterra de 1845.


Perspectiva del barrio obrero La Perseverancia, Bogotá.


Evolución tipológica de la Manzana

Por: Luis Fdo. Acebedo R.

Inglaterra fue el primer país europeo que logró dar un salto muy significativo en las relaciones sociales de producción, la introducción de las máquinas a vapor y la concentración de los medios de producción en las grandes fábricas tras los efectos de la revolución industrial. Así surgieron las grandes ciudades industriales del imperio británico, y con ellas, la clase de los proletarios en su forma más clásica; ambas características transformaron por completo el modo de vida y de trabajo de toda la población.

La primera fase del proceso de industrialización en este país (1800-1840) ocasionó impresionantes mutaciones socio espaciales sobre la estructura urbanística de las ciudades de la Edad Media, pues la población mayoritariamente campesina de comienzos del siglo XIX (80%) irrumpió aceleradamente en las ciudades, transformando en sentido inverso la relación campo-ciudad al finalizar el siglo. El primer efecto se presentó sobre el casco viejo de ciudades como Leeds, Liverpool, Birmingham o Manchester, que fueron absorbiendo la nueva mano de obra mediante la división y subdivisión de lotes en las áreas céntricas de las urbes medievales, ocasionando un grado total de hacinamiento y deterioro de la calidad de vida de los nuevos proletarios.

Federico Engels describe con especial claridad y crudeza esta realidad en su obra La situación de la clase obrera en Inglaterra, publicada por primera vez en 1845. La ciudad de Manchester representó para Engels la expresión clásica de la moderna ciudad industrial en su época. La consecuencia natural del proceso de densificación espontánea y anárquica sobre el centro de Manchester fue el deterioro total del espacio habitable ligado estrechamente con la miseria de los obreros que no tenían ninguna posibilidad de hacer las mínimas reformas, ni de procurarse ambientes más salubres. Al llegar a los niveles máximos de deterioro que amenazaban ya no sólo la salud de los obreros sino toda la ciudad, las industrias comenzaba a desplazarse hacia las áreas periféricas o al campo, incorporando, además, nueva mano de obra. Y paralelamente con este proceso, los patronos comenzaron a ofrecer nuevas viviendas para sus trabajadores cercanas a las fábricas.

Así se fueron estructurando las ciudades nuevas a medida que avanzaba el proceso de industrialización. Sin embargo, cualquiera pensaría que los horrores descritos magistralmente por Engels sobre la calidad de vida en los barrios viejos, serían superados definitivamente con la construcción de los barrios obreros nuevos. Pero esto no sucedió. En realidad, aunque mejoró la planificación y se dio una disposición más regular de las viviendas mediante la generalización de un nuevo modo de construcción conocido como los cottage, los obreros parecían predestinados a reproducir por donde quiera que pasaban su condición de ser una clase completamente desposeída.

La ciudad nueva – decía Engels – se extiende a la otra parte de la ciudad vieja, sobre una colina arcillosa […] Aquí termina todo aspecto de ciudad; una serie de casas o grupos de calles se extienden aquí o allá sobre el desnudo terreno arcilloso, jamás cubierto de hierba; las casas, o mejor dicho, los cottages, están en pésimo estado, mal conservados, sucios, húmedos, con sótanos que se usan como habitaciones; las calles no están pavimentadas ni tiene desagües; se ven muchos cerdos encerrados en patiecitos o pocilgas, o sueltos por la calle.
Pero, ¿qué eran los cottages?,¸ ¿cuáles eran sus características?, ¿qué tenían de novedoso como método de construcción?. Los cottages eran sistemas de vivienda obrera construidos por los empresarios ingleses del siglo XIX y generalizados por toda Europa y el mundo como solución de vivienda obrera en los inicios del proceso de industrialización. Al principio se construían sobre cualquier lote vacio de las ciudades viejas y se disponían del modo siguiente, según Engels:

El frente está constituido por una primera serie de cottages, que tienen la fortuna de contar con una puerta en la parte posterior y un patiecito, por los que se paga un alquiler más alto. Detrás del muro del patio de estos cottages corre una calleja; la calle interior (back street) con construcciones en los dos extremos; a ella conducen un caminito y un pasaje cubierto. Los cottages que dan a la calle son los más caros y, en general, están mejor cuidados. Tienen el muro posterior en común con la tercera serie de cottages, que dan a la calle del otro lado y por ellos se paga un alquiler medio entre los de las otras dos series.
Pero luego, una mayor racionalización de este sistema permitió aplicarlo sobre lotes periféricos de la ciudad generando un nuevo planteamiento urbanístico propio de las ciudadelas industriales capitalistas. Estos sistemas se componían de una o dos calles angostas, largas y rectas; con pequeñas casas unifamiliares, enfrentadas entre sí, que se construían aquí o allá, de manera arbitraria, aunque generalmente articuladas a una calle principal, de acuerdo a la necesidad que tuviera el patrón para dar albergue a sus trabajadores.

Estos barrios se distinguían por la disposición back-to-back de las casas, es decir, un muro muy delgado utilizado como división común entre una vivienda y otra, lo cual contribuía al deterioro más rápido de las viviendas. De cottage en cottage se iban formando barriadas obreras muy extensas que al poco tiempo de construidas se convertían en inhabitables. La generalización desordenada de estos sistemas terminó por degenerar en enormes barrios en cuyo interior se encontraban pequeños laberintos, callejones sin salida o rincones cerrados en donde un transeúnte desprevenido se perdía con facilidad.

Cada nueva fábrica o el traslado de las antiguas, hacia áreas más despobladas pero cercanas a los medios de transportes terrestres o fluviales generaban un nuevo proceso de urbanización y el crecimiento horizontal y caótico de las nacientes ciudades industriales.

El campo y la ciudad industrial – afirmaba Engels – permanecen así en continua competencia, y si hoy la ventaja está de parte de la ciudad, mañana el salario se rebaja, de modo que nuevos establecimientos su ubican en el campo más ventajosamente. Pero la tendencia centralizadora de la industria queda, sin embargo, con plena fuerza, y cada nueva fábrica que se establece en la campaña, lleva en sí el germen de una nueva ciudad.
De esta breve y parcial descripción de los barrios obreros de Inglaterra de mediados del siglo XIX podemos extractar los siguientes aspectos comunes con la construcción de los primeros barrios obrero-industriales colombianos a principios de este siglo. Advirtiendo, eso sí, la gran diferencia que existió entre el revolucionario y generalizado proceso de industrialización en Inglaterra y los tímidos y precarios avances de este mismo fenómeno en Colombia:

- La ubicación preferente en áreas periféricas de la ciudad o en el campo.
- La relación directa entre la vivienda y la fábrica como componente de un todo en el proceso productivo industrial.
- Su morfología: Una calle principal que articula numerosas micro-manzanas, rectangulares, estrechas y largas, con disposición bilateral de las viviendas, a las cuales se accede por callejuelas estrechas como expresión máxima de la racionalización espacial.
- La vivienda: Unifamiliar, de espacio ultralimitado, mal ventilado, algunas con disposición back-to-back.
- Servicios mínimos: Calles sin pavimentar, alcantarillados al aire libre, servicios sanitarios colectivos, etc.

Las particularidades de los barrios obreros de las ciudadelas industriales del Imperio Británico se repetirían a comienzos del siglo XX en Colombia, casi como calcadas, con el barrio obrero La Perseverancia construido por la Cervecería Bavaria, una de las primeras industrias intensivas en concentración de mano de obra en Bogotá. Desde el punto de vista urbanístico en Colombia se inauguró un nuevo concepto de distribución social de espacio que podríamos denominar "la manzana obrero-capitalista". En efecto, mientras desde el siglo XVIII, la manzana clásica colonial se comenzó a fragmentar internamente en cuatro, ocho, doce lotes o más, pero manteniendo la unidad compacta, la aparición de la manzana obrero-capitalista en el presente siglo, se basó en la retícula ortogonal clásica, pero rompió la relación de continuidad al subdividirse en cuatro o cinco callejuelas internas, dando lugar a la aparición de unas micromanzanas intensamente parceladas como expresión urbana particular del surgimiento del proletariado en Colombia.
La Perseverancia tiene el valor de ser el primer barrio obrero-industrial construido en su forma más clásica, es decir, al lado de cada fábrica rural y simultáneamente con ella. Su tipología de micromanzana fue la primera respuesta urbanística coherente, planificada e intencionada de una gran industria para materializar sobre la distribución del suelo urbano, las nuevas relaciones sociales de producción y propiedad que se inauguraron con los intentos de industrialización en Colombia desde finales del siglo XIX.

6 de diciembre de 2009

¿Competitividad o cooperación?

Precariedad del empleo en la Plaza de Mercado de Manizales.

Desempleo en la Plaza Alfonso López, Manizales.

Por: Luis Fdo. Acebedo R.

Por estos días en que la competitividad se nos ha querido meter por entre las venas y se ha impuesto como el valor más sagrado y apetecido de la sociedad capitalista, se ha vuelto común identificar las ciudades o sus territorios por un factor excepcional que las distingue de las demás: “La mejor esquina de América”, dirían los antioqueños; “Eje del conocimiento”, replicarán los manizaleños; “centro estratégico empresarial de los Andes”, argumentarán los bogotanos. En fin, en la actualidad el mundo no se concibe si no somos el epicentro de algo, los líderes de no sé qué, el eje de tal cosa, el mejor, el primero, el más destacado.

Yo siempre me he preguntado porqué no podemos dejar de ser todo eso y dedicarnos a hacer parte de algo; por qué tenemos que diferenciarnos en vez de complementarnos. Qué tan bueno sería dejar de pensar en el fin estratégico para trabajar más en el proceso, en los medios, en crear las condiciones para mejorar nuestra productividad, duramente golpeada por la apertura económica. Con la metodología del pensamiento estratégico, tan ligada al espíritu de la competitividad, en nuestro contexto son pocos los resultados positivos que podemos mostrar, porque quizás, seguimos pensando más con el deseo de otros que con nuestra realidad objetiva monda y lironda, con una visión exógena y no endógena del desarrollo como diría Vázquez Barquero (2005)

Hay muchas preguntas que todavía rondan mi cabeza: ¿Para qué queremos tener “el mejor” aeropuerto internacional en Caldas, si ya hay otros vecinos que están prestando ese mismo servicio a escasos 50 minutos y hacen parte de nuestra Ecoregión?; ¿No hubiese sido más económico continuar mejorando la conectividad terrestre para tener verdaderas autopistas que integren a nuestras tres ciudades principales con el sistema nacional de ciudades?; ¿Qué sentido tiene atravesar la selva chocoana para construir un puerto de aguas profundas con el propósito de conquistar los mercados del pacífico, cuando lo que producimos difícilmente alcanza para venderlo a nuestros vecinos de Venezuela y Ecuador, o EEUU, quién nos compra más por proteger su punta de lanza en Latinoamérica que por necesidad de su economía?.

Las cosas han empeorado para los empresarios regionales por cuenta de “la seguridad democrática” que ha preferido jugársela toda a un mal vecino como EEUU, en lugar de construir la verdadera unidad latinoamericana y del Caribe para interactuar en condiciones de mediano equilibrio con los bloques económicos que se están consolidando en otras latitudes.

En ese lenguaje neoliberal de las cifras y los indicadores, que poco o nada tiene que ver con el humanismo, me han llamado la atención varias noticias que se han difundido con gran entusiasmo en los medios de comunicación locales.

1. Que Manizales es la quinta ciudad más competitiva, después de Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga.
2. Que somos la tercera ciudad en calidad de vida, después de Bogotá y Medellín.
3. Que bajamos del sexto al noveno lugar en desempleo.
4. Que somos la ciudad más segura.

Y si a ello le sumamos que seguimos siendo uno de los países más felices del mundo, de acuerdo a una medición bianual que hace “The New Economics Foundation”, pues es fácil comprender el derroche de optimismo de algunos de nuestros dirigentes locales y departamentales, junto con el trabajo propagandístico al que están dedicados ciertos periodistas deslucidos en sus columnas de opinión.

Pero uno se pregunta de dónde salen esas cifras y qué se proponen con su difusión masiva, porque evidentemente la percepción ciudadana y sobre todo los propios datos oficiales no cuadran mucho con este panorama de pesebre navideño.

Hace ocho años, cuando llegué a esta ciudad a aportar mi granito de arena, pregunté a mis colegas dónde estaban los hombres y mujeres en situación de indigencia, porque no los veía por ninguna parte, mientras que las ciudades capitales del llamado “triángulo de oro” no podían contener la expansión de la miseria en las periferias urbanas. Algunos sostenían que no había y otros, menos optimistas, decían que se los llevaban para Pereira. Una noticia de prensa por esa época parecía confirmar lo último, lo cual generó muchas inquietudes entre la sociedad manizaleña y regional. Lo cierto del caso, es que hoy por hoy, los vemos por doquier en los semáforos, durmiendo debajo de las cornisas de los edificios o deambulando hambrientos por las calles.

Es que mientras el Alcalde Llano se le iluminan sus diminutos ojos diciendo que bajamos del sexto al noveno lugar en desempleo, y la prensa local, más discreta, titula “El desempleo, estático en Manizales”, las cifras del DANE anuncian un aumento en términos reales del 14,5% al 16,2% con respecto al año pasado, equivalente a más de 30 mil personas sin un trabajo formal en una ciudad que no pasa de los 400 mil habitantes. Ni que decir de Pereira con 21,9% de desempleados y Armenia con el 18,2%. En últimas, lo que el Alcalde tiene para destacar es que en el contexto regional a las otras ciudades les está yendo peor. Triste indicador para quien le apostó a las migajas neoliberales de los “call center” como una opción de empleo para jóvenes con baja capacitación laboral, y sin embargo, su puesta en práctica en varios lugares de la ciudad no han logrado disminuir estos índices tan preocupantes. Entre tanto, el sector real de la economía, la industria, continúa en caída libre y apenas alcanza a emplear unos 15 o 20 mil trabajadores.

Es muy probable que para colmar nuestra desesperanza los líderes locales sólo nos propongan esperar el milagro de la reelección de “el mejor” presidente que ha tenido la historia colombiana en su vida republicana, con lo cual el país pueda consolidarse como “la mejor esquina para la invasión norteamericana de América Latina” y a los ciudadanos de a pié sólo nos quede el consuelo de podernos mover libremente por las carreteras, sin que nos pidan visa.

06/12/09