30 de agosto de 2009

Perfil empresarial y social de las comunas de Manizales


Fuente: Soto Vallejo, Irma; Otiz G., Oscar; Jiménez O., Oscar (2009).
Perfil empresarial y social de las comunas de Manizales.
Cámara de Comercio de Manizales y Universidad de Manizales.

Interpretación de los indicadores desde el Urbanismo

Por: Luis Fdo. Acebedo R

El pasado miércoles 26 de agosto se realizó la presentación del libro “Perfil empresarial y social de las comunas de Manizales”, producto de la investigación realizada por los grupos de investigación “Derecho y Sociedad” y “Economía y Desarrollo Regional” de la Universidad de Manizales, en asocio con la Cámara de Comercio.

Los resultados de esta investigación permiten mostrar el panorama económico de las comunas de la ciudad a partir de los censos empresariales de los años 2007 y 2008 que la Cámara de Comercio viene realizando desde hace cinco años de manera consecutiva. En nuestra opinión, la mayor novedad, respecto a informes anteriores, está en la georeferenciación que se hizo de los resultados, lo cual permite relacionar los indicadores socio-económicos con el territorio, en un buen intento por develar la morfología del tejido empresarial y productivo de la ciudad.

El libro presenta de manera resumida la metodología en la recolección y análisis de la información, junto con los principales resultados estadísticos por comunas. No interpreta, simplemente muestra datos y tablas. A manera de anexo se publican las bases de datos de acuerdo a las variables empleadas con el propósito de que puedan ser usadas y analizadas libremente por los ciudadanos. En este sentido, el libro se anota un punto adicional en la perspectiva de hacer pública la información para facilitar la toma de decisiones por todo aquel que se interese en la temática.

Creo que sus autores han entregado a la luz pública este trabajo con la firme intención de motivar la interpretación de las cifras por parte del público en general, pero especialmente de los empresarios y la academia. Yo he aceptado el reto y por eso quiero arriesgar unas primeras ideas, tanto desde el urbanismo como desde la política, o si se me permite, desde la economía política de la urbanización.

La primera constatación es que la mayor actividad económica se desarrolla a lo largo de la Avenida Santander como principal eje productivo y de movilidad de la ciudad. Sin embargo, hay tres motores muy dinámicos que concentran el mayor número de establecimientos, la principal fuerza laboral, los principales activos y, en gran medida, la mayor riqueza. Ellos son: El centro histórico de la ciudad (comunas 1,2 y 3) por su diversidad económica, junto a la comuna Palogrande (8) en donde se ha venido consolidando una nueva centralidad urbana, y la comuna Tesorito (7), que tiene un carácter más especializado por ser la principal concentración industrial. Llama la atención la comuna La Fuente (10), porque no tiene tantos establecimientos ni personal ocupado, pero sobrepasa con creces a todas las anteriores en cuanto a ingresos medios, quizás por la localización de varias industrias importantes para la ciudad, tales como La Fuente y Hada, entre otras.

Aún así, puede decirse que en toda la ciudad se desarrollan indiferenciadamente actividades de comercios, industria y servicios. Sin embargo, sobresalen dos indicadores que deberían prender las alarmas del empleo y la calidad de nuestro aparato productivo. Por un lado, la baja generación de puestos de trabajo de las empresas pues sólo 57 mil personas soportan la actividad económica de la ciudad entre comercio, servicios e industria; y por otro, el gran predominio (más del 90%) de la pequeña empresa que ocupa entre uno y dos trabajadores con muy bajos activos y pocos ingresos.

Esto quiere decir que nuestra economía es de supervivencia, orientada principalmente al comercio y los servicios. No es difícil llegar a concluir que en la ciudad predominan las tiendas de barrio, el café internet, los talleres de mecánica y las carpinterías, las droguerías y panaderías; en fin, una ciudad casi de artesanos, muy lejos del sueño idílico de una ciudad del conocimiento como se viene propagando de tiempo atrás.

Me temo que la política de impulso y fortalecimiento de las Mipymes y de un “país de propietarios” han sido un total fracaso para los propósitos del fortalecimiento del aparato productivo local. Igual podría decirse de las estrategias para la generación de empleo. Tanto la pobreza que está por encima del 57% en el Departamento como la pobreza extrema que se posiciona en el 17%, junto a unas tasas de desempleo superior al 14% en Manizales son extremadamente preocupantes y desbarata el optimismo con el que algunos políticos y periodistas locales pretenden contagiarnos por estos días preelectorales, argumentando que vamos muy bien y rumbo a la solución de nuestros principales problemas.

El reciente informe del PNUD sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en Caldas testimonia lo anteriormente dicho y contribuye, no sólo a mantener esta preocupación, sino a dimensionar las tareas que tenemos por delante. Este informe revela cómo Manizales es una ciudad que expulsa población (57%). Si nos atenemos a los resultados del censo empresarial, podemos concluir la falta de oportunidades laborales para sus habitantes. Y eso que la ciudad genera el 71% del PIB departamental. Ya podrán imaginarse los niveles de pobreza en que viven los demás municipios del departamento por cuenta del abandono paulatino de la productividad agrícola, la violencia y los preocupantes índices de escolaridad y deserción de los poblados rurales.

El modelo de desarrollo basado en una economía de servicios como si estuviéramos en una situación similar a los países desarrollados, ha contribuido a la debacle. Es necesario cambiarlo. Necesitamos soluciones endógenas para nuestro desarrollo, tales como introducir un mayor valor agregado al aparato productivo, tanto urbano como rural, diversificando la economía. Requerimos concentrar mayores esfuerzos y recursos entre el sector productivo y la academia para investigar e innovar en las cadenas productivas del departamento. Debemos recuperar la visión regional y subregional de ordenamiento territorial y el desarrollo para ampliar las oportunidades laborales y productivas. Bueno, y qué decir de los otros indicadores de los ODM que por falta de espacio no podremos comentar, todos ellos relacionados con el logro de la equidad y el bienestar social, tan esquivo por estos días, muy a pesar del derroche de optimismo de ciertos propagandistas oficiales.

30/08/09

24 de agosto de 2009

Arte público, ciudad y política en Manizales

Esculturas del Maestro Vallejo sobre la Avenida Santander,
a la altura de la sede Palogrande de la Universidad de Caldas.
Obra artística, publicidad y dinámica urbana.

Manifestaciones artísticas en la Inauguración del Festival Intercolegiado de Teatro en Manizales.
En la parte superior de la foto, una de las obras del Maestro Vallejo, vigilante.

Por: Luis Fdo. Acebedo R

Al comenzar este año, Manizales vio cómo la Avenida Santander se fue inundando sorpresivamente de varias obras escultóricas de gran tamaño y colorido. La homogeneidad de la propuesta artística hacía presuponer que se trataba de un mismo autor. En la mayoría de los casos, se iban acomodando sobre el separador central de la Avenida, luego de construir una base de concreto con una estructura metálica serpenteante. Pero también, comenzaron a verse sobre las cornisas de algunos edificios o adosadas a las fachadas. En menor cantidad, se localizaron sobre los parques, aceras o antejardines. Aparecían en la plazoleta de la Alcaldía Municipal, a un costado de la Plaza de Bolívar, del Teatro Fundadores, y de allí en línea continua hasta el complejo vial del Batallón. Todo un recorrido iconográfico por el que fuera el principal camino que le permitió a Manizales su ingreso "triunfante" al progreso y la modernidad desde su fundación en el siglo XIX.

Nadie, absolutamente nadie, podía ignorar su presencia. En la universidad, el teatro, la oficina o el supermercado, en cada esquina y en los semáforos, la presencia de bueyes, caballos, arrieros, perros, cabros, sacerdotes y culebreros, nos recordaban, una vez más, la “raza” bravía, las duras trochas abiertas por valientes familias en busca de tierras baldías para el cultivo de los cafetales, el sudor y sufrimiento de nuestros ancestros, el manto protector de la iglesia, los mitos y leyendas campesinas. En fin, toda la gesta de la colonización antioqueña, como para que no haya la menor duda de nuestros orígenes.

Supongo que el maestro Guillermo Vallejo, autor de este trabajo, no cabe de la dicha. Son más de cincuenta obras distribuidas en unos cinco kilómetros, lo cual significa que en promedio, hay una escultura por cuadra. Ni siquiera el maestro Fernando Botero logró en Medellín semejante reconocimiento sobre la carrera Carabobo, pues la mayoría de sus gordas y gordos quedaron confinados en una gran plaza pública diseñada exclusivamente para estos fines con una ligera prolongación sobre el ancho de la cuadra del Museo de Antioquia. Allí por lo menos hubo un proyecto de ciudad, aunque también se evidenció el desbalance entre los 38 mil millones invertidos y la histórica ausencia de apoyo a los gestores culturales de la capital paisa.

Comprendo al maestro Vallejo; es que no es nada fácil difundir la obra para un artista colombiano o, peor aún, manizaleño; ni mucho menos obtener una pequeña ayuda para apoyar sus trabajos. Y de pronto, un Alcalde que por suerte resultó ser su amigo, bota la casa por la ventana y al mejor estilo de las clases emergentes en Colombia, decide homogenizar la principal avenida de la ciudad con varias reproducciones de la obra original “Monumento a los Colonizadores”, localizada en Chipre. Confieso que me había negado a conocer este monumento por el solo hecho de no pagar ni un peso por visitar una obra en el espacio público, que por su naturaleza debe ser gratuita y para el disfrute colectivo. Pero de ahí a que la reproduzcan por toda la ciudad en una versión efímera y descontextualizada, hay mucho trecho.

Evidentemente, la localización de las obras se hizo al libre albedrío del alcalde y su artista, a la usanza del rey y sus áulicos escultores cortesanos de finales del siglo XVI. Ya me imagino al Alcalde vociferando: ¡¡Necesito que me instalen cincuenta y pico de esculturas sobre la Carrera 23, pero para ya, porque en mi administración es diciendo y haciendo!!. Uno aquí, y otro allá; uno más arriba y otro más abajo.

Tal parece que se les fue la mano en el número de obras o que el presupuesto era bastante copioso. Lo cierto del caso es que por cuenta de los arreglos entre “el rey y su escultor” parte de la obra artística quedó apeñuscada al nivel de los avisos publicitarios, en la disputa por atraer los ejes visuales de los desprevenidos peatones.

No critico al maestro Vallejo, aunque creo que a todos los artistas les cabe un poco de sentido de la responsabilidad social y colectiva. Más bien, mis dardos van en la dirección del burgomaestre, quien demuestra el poco respeto que tiene por la ciudad, por los ciudadanos y por el espacio público y colectivo. Es que se creen dueños de la parcela y con los poderes omnímodos para decidir los destinos de todos. Para estos personajes, no hay dinámicas culturales, sólo artistas preferenciales; no hay presupuesto para la cultura, a lo sumo, una caja menor (¿o mayor?) a disposición del “gerente” de la ciudad; no hay ciudadanos sino contratistas o clientes; no hay sistema de espacio público, tan sólo público para observar sumisos y resignados las actuaciones de los “gerentes” o “subgerentes” de la ciudad.

Con el autoritarismo como estilo de gobierno heredado de la Casa de Nariño y el enorme desprecio por lo público y lo colectivo como factores fundamentales en la construcción de ciudadanía, los alcaldes ahora se han arrogado el derecho de administrar el espacio público según sus particulares intereses. No importa que con ello contribuyan a la contaminación visual de la ciudad o al uso privado del espacio y los bienes públicos.

Cómo añoramos el día que un Alcalde decida abordar el arte y la cultura como ejes de la construcción de civilidad y ciudadanía. Cómo quisiéramos que el gobierno municipal apoyara la infinidad de manifestaciones artísticas de la ciudad con una política incluyente y participativa. Quizás así, el festival inter-colegiado de teatro dejaría de funcionar al debe, los escultores podrían engalanar con sus obras los parques de los barrios populares; la música podría disfrutarse en la plaza pública, al igual que el cine, para el bienestar de los jóvenes universitarios; los egresados de la carrera de artes escénicas de la Universidad de Caldas podrían consolidar los semilleros de actores y actrices de una ciudad que se ha vuelto referente internacional del teatro; y los gestores culturales de la Universidad Nacional podrían hacer factibles los emprendimientos de nuestros artistas, entre otros sueños nada dífíles de lograr.

24/08/09

18 de agosto de 2009

La “sana mezcla de usos”

Impacto urbanístico de una de las EPS del barrio La Estrella (Manizales)

Algunos efectos prácticos de esta política en una nueva centralidad de Manizales.

Por: Luis Fdo. Acebedo R.

Uno de los temas más polémicos de la formulación del POT de Manizales es el que tiene que ver con el uso del suelo. Casi nada, es la esencia de la planeación y el ordenamiento territorial desde sus orígenes, tanto en Alemania como en Inglaterra. Pero en esta ciudad “de las puertas abiertas” es considerado como tema que admite una gran flexibilidad. Pues bien, a algún ilustre consultor o secretario de planeación le pareció inteligente proponerle al Consejo de la ciudad adoptar la “sana mezcla de usos” como una de las políticas principales del modelo de ocupación territorial, con la idea de “establecer criterios para hacer compatibles las actividades entre sí”. Al son de hoy no se ha aplicado ni una cosa ni la otra.

En una ciudad como Manizales, tan sumisa a las directrices del mercado y los promotores inmobiliarios, la medida fue aceptada con todo el beneplácito. Para quienes asumieron con honestidad este criterio, se trataba de una oportunidad para superar la concepción ya revaluada y utópica del urbanismo CIAM de zonificar la ciudad por funciones (vivienda, industria, comercio, recreación y administración); para otros, defensores a ultranza de un urbanismo desregulado, era el momento perfecto para legitimar lo que ya venían haciendo desde hacía varias décadas.

Es el urbanismo desregulado el que sigue imponiéndose, a través de una metodología que ya ha sido ampliamente analizada por juristas y políticos estudiosos de la sociedad capitalista. Se trata básicamente de crear el derecho, luego limitarlo y finalmente, acabar con él. Su principal instrumento consiste en advertir que el derecho concedido estará sujeto a reglamentación, o como se dice en el caso que nos ocupa, “se establecerán los criterios…”.

Uno de los casos más patéticos para observar este comportamiento en Manizales es lo que está sucediendo en el sector Palogrande donde una nueva área de centralidad se viene consolidando, alterna a la fundacional, sin ningún tipo de planeación ni control urbanístico. Allí hay unas claras expresiones del deterioro progresivo que ya comenzaron a sufrir barrios como Palogrande, La Estrella y Belén, de una histórica tradición residencial.

Primero llegaron los grandes equipamientos urbanos: las universidades con sus respectivos Campus, el estadio de futbol y la unidad deportiva; más recientemente, aparecieron nuevos usos asociados a los servicios de salud, entre otros. Los primeros fueron expandiéndose con una gran autonomía, en muchos casos, sin cumplir con estándares mínimos de urbanismo. Los segundos, fueron ocupando las viviendas de mayor área, haciéndoles algunas reformas interiores para la atención de sus usuarios, luego fueron invadiendo parte de los espacios públicos con las ambulancias, dado que casi ninguna de ellas previó la necesidad de estacionamientos interiores para estos vehículos, y finalmente, los nuevos demandantes de estos servicios, comenzaron a ocupar las vías, las aceras, los antejardines y cuanto rincón fuera posible para estacionar sus vehículos particulares lo más cerca a cada una de las edificaciones. El resultado final, unos barrios convertidos en un gran parqueadero público por obra y gracia de la “sana mezcla de usos” como directriz fundamental del Plan de Ordenamiento Territorial.

Según el POT, las instituciones de salud requieren de edificaciones especializadas y deben incluir infraestructuras de parqueaderos. Sin embargo, se hacen algunas excepciones para los servicios de salud catalogados como IS-1, es decir, para los centros médicos, laboratorios y bancos de sangre considerados de “impacto medio” para los cuales se requiere parqueo a razón de dos (2) cupos por cada 50 M2 de área útil construida al interior del predio o en zona próxima (el subrayado es nuestro). Estas últimas no deberán estar a una distancia mayor a 300 metros. Buena parte de las Empresas Prestadoras de Salud (EPS) de hoy en día están incluidas dentro de esta categoría. Son los llamados centros de salud de garaje que se han vuelto tan comunes desde que el sistema de salud se privatizó. Casi todas ellas han optado por la norma más laxa, es decir, aquella que les permite desembarazarse de los parqueaderos, trasladándolos a una “zona próxima”, es decir, al espacio público de la ciudad. Lo dicho, el Estado crea la norma, luego la limita y finalmente acaba con ella.

De esta manera volvemos al principio de este problema: Las instituciones de salud pueden localizarse “donde se les dé la gana” porque la norma así lo permite. Si esta “lógica” de la planeación la hacemos extensiva a las demás actividades de comercio y de servicios que hacen presencia en el sector, podremos concluir porqué percibimos un deterioro progresivo de su medio ambiente urbano y la imposibilidad de poner un cierto orden por parte de las diferentes autoridades de control. Nada pudo hacer la planeación de escala intermedia que recientemente se ha inaugurado en la ciudad con relación al tema de parqueaderos. Nada, excepto aplicar el código de urbanismo y construcción vigente desde el año 1993.

Por fin, después de casi una década de formulación del POT, la administración municipal decide bajar las decisiones superiores de ordenamiento territorial a una escala intermedia, lo cual, sin duda, permitirá conocer mucho más la ciudad y facilitará su planeamiento. Sin embargo, y como lo hemos advertido en otras líneas, sin un nuevo código de urbanismo y construcción no podrá haber ordenamiento territorial posible. La PIP 10, encargada de planear este sector de la ciudad quedó acorralada desde el punto de vista normativo y de gestión por un código obsoleto y descontextualizado. Lo mismo sucede, obviamente, con las demás PIP de la ciudad.

Para poder superar este escollo, yo propondría varias acciones, a saber:

Que se aborde sin más aplazamientos, la reformulación del Código de Urbanismo y Construcción para contextualizarlo con las determinantes del ordenamiento territorial actual.

Que se desarrollen campañas ciudadanas orientadas al uso adecuado y responsable de los espacios públicos por parte de los usuarios de los vehículos privados.

Que se impulse un acuerdo entre los sectores públicos y privados del sector de Palogrande (especialmente entre el comercio, las instituciones de salud, las instituciones deportivas y las universidades) para materializar un modelo financiero y de gestión orientado a la construcción colectiva de edificios de parqueaderos que presten el servicio a todos estos usuarios con el fin de limitar al máximo las zonas de parqueo sobre las vía, recuperando y ampliando los espacios públicos para los peatones. Una Unidad de Gestión estratégicamente ubicada sería una opción viable.

Que se incentive el uso de los estacionamientos sobre la vía para perídos cortos de tiempo y no como parqueaderos permanentes como sucede en algunos casos.

Que la autoridad competente cumpla sus obligaciones en la aplicación de las normas de tránsito y ejerza los controles necesarios de manera oportuna.

18/08/09