CENICAFÉ, institución líder en llevar la Ciencia, la Tecnología y la Innovación a las plantaciones de café.
Area de mayor producción de café en los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y Norte del Valle,
localizados entre los 1.000 y 2.000 msnm. Fuente: Mincultura, FNC.
Panorámica de la fábrica de café liofilizado en el municipio de Chinchiná, Caldas.
Por: Luis Fdo. Acebedo R.
En el mes de febrero de 2010 el Ministerio de Cultura de Colombia presentará una vez más a la UNESCO, la propuesta de reconocimiento del Paisaje Cultural Cafetero –PCC- como patrimonio histórico de la humanidad. Se espera haber cumplido con las últimas observaciones realizadas por el organismo internacional en el mes de septiembre de 2009. De ser así, probablemente en julio del 2011 se habrá culminado exitosamente un gran esfuerzo de casi una década de investigación-gestión de muchos actores regionales interesados en lograr el reconocimiento del PCC. La academia comprometió sus primeros esfuerzos y posteriormente se sumaron otras instituciones que permitieron materializar la propuesta, entre las cuales, se encuentra la Federación Nacional de Cafeteros –FNC-, como institución líder en todos los aspectos asociados con la caficultura colombiana.
En todos estos años de investigación y aprendizaje colectivo se ha venido construyendo una noción de paisaje cultural que comenzó haciendo énfasis en los aspectos inmateriales de la cultura cafetera, pasando por la reivindicación de sus valores escénicos, hasta lograr comprender la importancia del paisaje productivo como un factor integrador entre ecosistema y cultura.
Ciertamente, es el paisaje productivo el concepto que primó en los criterios de delimitación del PCC, y allí está su principal sustento para justificar su importancia como patrimonio histórico de la humanidad, al ser un paisaje vivo y dinámico que puede auto preservarse. Las principales áreas de producción de café en los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío y norte del Valle del Cauca, suman alrededor de unas 143 hectáreas localizadas en altitudes entre los 1000 y 2000 metros sobre el nivel del mar. Allí están localizadas unas 24 mil fincas cafeteras y una población de unos 80 mil habitantes si se tiene en cuenta que fueron incluidos sólo algunos cascos urbanos que cuentan con conjuntos arquitectónicos muy bien preservados de la arquitectura republicana.
Son varias las características que dotan a este territorio de ciertas condiciones de excepcionalidad, entre las cuales se destacan: La caficultura de ladera y montaña; la pequeña propiedad del suelo para el cultivo (5 hectáreas en promedio); el papel de la FNC como institucionalidad de soporte de los caficultores y CENICAFÉ como instrumento clave en la investigación, innovación y desarrollo de la cadena del café; el alto grado de especialización en el cultivo, aunque se combina con otros cultivos agrícolas y maderables para garantizar el sustento de las familias; su relación con áreas de gran biodiversidad; el desarrollo de productos de alto valor agregado como el café liofilizado, destinado en un 95% a la exportación; su localización geográfica excepcional que garantiza la cosecha todo el año al presentarse ciclos singulares y simultáneos de floración del cafeto y maduración de los frutos.
También podrían destacarse los aportes de la arquitectura y el urbanismo de ladera, de inspiración republicana, desarrollados por los colonos antioqueños de mediados del siglo XIX implementando innovaciones tecnológicas con materiales locales como el bambú-guadua; la particularidad de los asentamientos humanos localizados casi todos sobre las crestas de las montañas o a media ladera; y aunque no necesariamente relacionado con la producción cafetera puesto que ésta tiene algo más de un siglo de existencia, están los valores arqueológicos que han salido a flote con la expansión del desarrollo, constituyendo un invaluable patrimonio material que da cuenta de los primeros pobladores indígenas de estas tierras.
A mediados del mes de diciembre, se realizó en el Eje Cafetero el último taller de socialización de esta propuesta, antes de su presentación definitiva ante la UNESCO. Participaron los representantes de los grupos de investigación de las diferentes universidades públicas y privadas, las corporaciones autónomas regionales, los comités departamentales de la FNC, algunas ONG, la dirección de patrimonio de Mincultura, entre otros. Si bien es cierto, no serán muchos los cambios que se introducirán de aquí a febrero, los participantes a este taller dejaron consignadas una serie de inquietudes que podrán tenerse en cuenta para la formulación del Plan de Manejo o para las investigaciones sucesivas, en temas tan importantes como la relación del PCC con el medio ambiente, el patrimonio, el turismo, la economía, la institucionalidad y las comunicaciones. Veamos algunas de ellas:
- La necesidad de contar con una estrategia de desarrollo sostenible que permita tener una visión integral entre los tecnosistemas, los ecosistemas y los sociosistemas del PCC.
- Entender el PCC como un territorio dinámico, flexible, en constante movimiento y transformación.
- Valorar más significativamente las particularidades del temprano proceso de urbanización en la Ecoregión del Eje Cafetero, su carácter polinuclear y la red de ciudades. Así mismo, desarrollar el concepto de lo rururbano como una categoría que permite entender la relación simbiótica entre lo rural y lo urbano en esta región.
- Impulsar el observatorio de paisajes culturales como una opción para sistematizar, evaluar, producir indicadores y ejercer control y veeduría en el desarrollo de los planes de manejo.
- Profundizar en las amenazas y riesgos que tiene el PCC, tales como la pérdida de biodiversidad, el turismo de baja calidad y de fuertes impactos ambientales, la profundización del desempleo, la pobreza y la inequidad.
- Ampliar los procesos participativos, más allá de aquellos propios de la FNC para garantizar la apropiación cultural y social del PCC.
- Impulsar estrategias de comunicación y crear nodos departamentales de comunicaciones que puedan utilizar al máximo la red de información y comunicación de la región.
- Continuar estudiando los diferentes instrumentos de gestión y financiación del PCC.
- Integrar las redes y circuitos de conocimiento en la región para mejorar la investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación del PCC.
- Desarrollar el concepto de turismo educativo, científico y de conservación del paisaje.
- Promover un documento CONPES para volver política pública el PCC.
Todo esto no hace sino confirmar que con declaratoria o no del PCC por parte de la UNESCO, existe una sociedad comprometida con la defensa de su paisaje cultural en torno a la caficultura, con una visión endógena regional que le permitiría convertirse en un referente internacional de administración-gestión del paisaje para beneficio de su comunidad, de la calidad de vida de sus gentes y de la adecuada relación con el medio ambiente y los recursos naturales que le sirven de soporte.
Por: Luis Fdo. Acebedo R.
En el mes de febrero de 2010 el Ministerio de Cultura de Colombia presentará una vez más a la UNESCO, la propuesta de reconocimiento del Paisaje Cultural Cafetero –PCC- como patrimonio histórico de la humanidad. Se espera haber cumplido con las últimas observaciones realizadas por el organismo internacional en el mes de septiembre de 2009. De ser así, probablemente en julio del 2011 se habrá culminado exitosamente un gran esfuerzo de casi una década de investigación-gestión de muchos actores regionales interesados en lograr el reconocimiento del PCC. La academia comprometió sus primeros esfuerzos y posteriormente se sumaron otras instituciones que permitieron materializar la propuesta, entre las cuales, se encuentra la Federación Nacional de Cafeteros –FNC-, como institución líder en todos los aspectos asociados con la caficultura colombiana.
En todos estos años de investigación y aprendizaje colectivo se ha venido construyendo una noción de paisaje cultural que comenzó haciendo énfasis en los aspectos inmateriales de la cultura cafetera, pasando por la reivindicación de sus valores escénicos, hasta lograr comprender la importancia del paisaje productivo como un factor integrador entre ecosistema y cultura.
Ciertamente, es el paisaje productivo el concepto que primó en los criterios de delimitación del PCC, y allí está su principal sustento para justificar su importancia como patrimonio histórico de la humanidad, al ser un paisaje vivo y dinámico que puede auto preservarse. Las principales áreas de producción de café en los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío y norte del Valle del Cauca, suman alrededor de unas 143 hectáreas localizadas en altitudes entre los 1000 y 2000 metros sobre el nivel del mar. Allí están localizadas unas 24 mil fincas cafeteras y una población de unos 80 mil habitantes si se tiene en cuenta que fueron incluidos sólo algunos cascos urbanos que cuentan con conjuntos arquitectónicos muy bien preservados de la arquitectura republicana.
Son varias las características que dotan a este territorio de ciertas condiciones de excepcionalidad, entre las cuales se destacan: La caficultura de ladera y montaña; la pequeña propiedad del suelo para el cultivo (5 hectáreas en promedio); el papel de la FNC como institucionalidad de soporte de los caficultores y CENICAFÉ como instrumento clave en la investigación, innovación y desarrollo de la cadena del café; el alto grado de especialización en el cultivo, aunque se combina con otros cultivos agrícolas y maderables para garantizar el sustento de las familias; su relación con áreas de gran biodiversidad; el desarrollo de productos de alto valor agregado como el café liofilizado, destinado en un 95% a la exportación; su localización geográfica excepcional que garantiza la cosecha todo el año al presentarse ciclos singulares y simultáneos de floración del cafeto y maduración de los frutos.
También podrían destacarse los aportes de la arquitectura y el urbanismo de ladera, de inspiración republicana, desarrollados por los colonos antioqueños de mediados del siglo XIX implementando innovaciones tecnológicas con materiales locales como el bambú-guadua; la particularidad de los asentamientos humanos localizados casi todos sobre las crestas de las montañas o a media ladera; y aunque no necesariamente relacionado con la producción cafetera puesto que ésta tiene algo más de un siglo de existencia, están los valores arqueológicos que han salido a flote con la expansión del desarrollo, constituyendo un invaluable patrimonio material que da cuenta de los primeros pobladores indígenas de estas tierras.
A mediados del mes de diciembre, se realizó en el Eje Cafetero el último taller de socialización de esta propuesta, antes de su presentación definitiva ante la UNESCO. Participaron los representantes de los grupos de investigación de las diferentes universidades públicas y privadas, las corporaciones autónomas regionales, los comités departamentales de la FNC, algunas ONG, la dirección de patrimonio de Mincultura, entre otros. Si bien es cierto, no serán muchos los cambios que se introducirán de aquí a febrero, los participantes a este taller dejaron consignadas una serie de inquietudes que podrán tenerse en cuenta para la formulación del Plan de Manejo o para las investigaciones sucesivas, en temas tan importantes como la relación del PCC con el medio ambiente, el patrimonio, el turismo, la economía, la institucionalidad y las comunicaciones. Veamos algunas de ellas:
- La necesidad de contar con una estrategia de desarrollo sostenible que permita tener una visión integral entre los tecnosistemas, los ecosistemas y los sociosistemas del PCC.
- Entender el PCC como un territorio dinámico, flexible, en constante movimiento y transformación.
- Valorar más significativamente las particularidades del temprano proceso de urbanización en la Ecoregión del Eje Cafetero, su carácter polinuclear y la red de ciudades. Así mismo, desarrollar el concepto de lo rururbano como una categoría que permite entender la relación simbiótica entre lo rural y lo urbano en esta región.
- Impulsar el observatorio de paisajes culturales como una opción para sistematizar, evaluar, producir indicadores y ejercer control y veeduría en el desarrollo de los planes de manejo.
- Profundizar en las amenazas y riesgos que tiene el PCC, tales como la pérdida de biodiversidad, el turismo de baja calidad y de fuertes impactos ambientales, la profundización del desempleo, la pobreza y la inequidad.
- Ampliar los procesos participativos, más allá de aquellos propios de la FNC para garantizar la apropiación cultural y social del PCC.
- Impulsar estrategias de comunicación y crear nodos departamentales de comunicaciones que puedan utilizar al máximo la red de información y comunicación de la región.
- Continuar estudiando los diferentes instrumentos de gestión y financiación del PCC.
- Integrar las redes y circuitos de conocimiento en la región para mejorar la investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación del PCC.
- Desarrollar el concepto de turismo educativo, científico y de conservación del paisaje.
- Promover un documento CONPES para volver política pública el PCC.
Todo esto no hace sino confirmar que con declaratoria o no del PCC por parte de la UNESCO, existe una sociedad comprometida con la defensa de su paisaje cultural en torno a la caficultura, con una visión endógena regional que le permitiría convertirse en un referente internacional de administración-gestión del paisaje para beneficio de su comunidad, de la calidad de vida de sus gentes y de la adecuada relación con el medio ambiente y los recursos naturales que le sirven de soporte.
P.D: Con montivo de las vacaciones de fin de año, daré un compás de espera en la publicación semanal de mis caleidoscopios ubanos. Estaré de regreso el 18 de Enero de 2010. Felices fiestas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario