24 de noviembre de 2010

De paraderos a parasoles, o cómo continuar eludiendo un urbanismo inteligente en Manizales.

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A la izquierda, no hay que negar la capacidad recursiva de los contratistas para instalar sus artefactos, pero estas soluciones distan mucho de ser “inteligentes”, especialmente al compararlos con paraderos públicos que ya la ciudad ha ensayado con mejor éxtio (derecha). Fotos Acebedo.

Por: Luis Fdo. Acebedo R

Aún no se han terminado de instalar los nuevos paraderos de buses y ya la ciudadanía no deja de comentar las características atípicas de su diseño e instalación en la ciudad. Nadie se explica por qué en vez de avanzar se tiene que retroceder, o mejor, por qué es necesario “inventar la rueda” –mal inventada por cierto- en cada oficina de la administración municipal.

Manizales había optado por algunas soluciones que podríamos denominar “inteligentes” en materia de amoblamiento urbano, tanto en paraderos públicos como en basureros o módulos de ventas en el espacio público, entre otros. Lo que se esperaba era que con la puesta en marcha del Sistema Integrado de Transporte –SIT- este tipo de alternativas pudieran mejorarse y cualificarse, pero nunca volver a opciones artesanales, de muy poca durabilidad, como las que aún se observan en algunos barrios de la ciudad en condiciones de máximo deterioro y peligro para los ciudadanos.

Una solución inteligente para el amoblamiento urbano implica varias cosas: Por un lado, responder a un proceso de planeamiento asociado al diseño de un sistema de espacio público para la ciudad, de tal manera que no haya lugar a la improvisación; y por otro, incorporar diseños estandarizados con materiales resistentes a las condiciones de la intemperie, innovadores, funcionales al uso previsto, estéticamente bellos, que sean económicos, no tanto en términos monetarios sino por el ahorro energético y su sostenibilidad en el tiempo. Las llamadas “ciudades del conocimiento” avanzan en esa dirección y nos sorprenden de tanto en tanto con soluciones ingeniosas e innovadoras que dignifican la calidad de vida de los ciudadanos.

Aunque en el imaginario de los manizaleños está incorporado el deseo de alcanzar la prestigiosa meta de ser una “ciudad del conocimiento” porque desde hace una década los diferentes planes de desarrollo municipal lo han incorporado como proyecto estratégico, esta administración en particular parece hacer todo lo que está a su alcance para aplazar ese sueño. Quiso sorprendernos con la puesta en operación del Transporte Inteligente de Manizales –TIM- , pero en menos de una semana se evidenció que tan solo fue un mal y burdo intento que significaba buenos ingresos para algunas empresas privadas pero múltiples incomodidades y nuevos costos para los usuarios del transporte público.

La sabia reacción de un juez de la república, echó para atrás el infundio y le exigió al Alcalde y a sus funcionarios hacer lo que había que hacer, es decir, planear una estrategia integral que diseñe todos y cada uno de los proyectos que se derivan de un Sistema Integrado de Transporte –SIT-. Uno de esos proyectos tendría que ser lo que en el POT de la ciudad se definió como “la conectividad física entre todos los centros del conocimiento del municipio y la región a través de intervenciones del espacio público, que conforme una red regional que los identifique, tipifique y conecte físicamente”.

El Alcalde y sus funcionarios quieren seguir escamoteando este mandato del POT, junto con algunas de sus directrices, tales como aquella que reza “No habrá diferencias entre el equipamiento que se ofrezca a la comunidad por la condición rural o urbana de ocupación del territorio”, o incluso esta otra “El municipio racionalizará y expandirá la dotación y el uso de los equipamientos de ciudad, propiciando mecanismos para la debida apropiación por parte de la comunidad”.

Desde el punto de vista urbanístico, nada más irracional que las soluciones de paraderos puesta en marcha por la Administración Municipal, por varias razones:
  • Más que paraderos, son parasoles. Su tamaño reducido poco contribuye a la espera ordenada de un bus o a la búsqueda de un cobijo seguro frente a las lluvias permanentes de esta ciudad de montaña.
  • Son artefactos sin urbanismo. En efecto, las instalaciones de estos objetos se han hecho teniendo el máximo cuidado de no cualificar el espacio público circundante. Se van disponiendo aquí o allá sin un diseño previo de los paraderos, sin cambios en la textura de las aceras, sin nuevos instrumentos de señalética que permitan identificar las rutas de transporte, sin otros mobiliarios de soporte como basureros, mapas de la ciudad, etc.
  • Son soluciones no estandarizadas con diseños artesanales, altamente vulnerables al uso y al abuso. De hecho, el contratista ha tenido que modificar in situ los diseños originales, como por ejemplo el cambio de los tornillos por soldadura. Pero además, son de una alta flexibilidad, según las condiciones del lugar. Ellos tienen la posibilidad de angostarse, crecer, recortarse, todo con el propósito de no alterar el entorno que casi siempre es deficitario en cuanto a las mínimas condiciones que debería tener un paradero público.

Las ciudades del conocimiento se construyen con gobiernos inteligentes. Pero lo que se puede observar es que estas opciones todavía no han llegado a Manizales.

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