En primer plano, Parque Central. Al fondo, las barriadas interminables de Caracas.
Caracas continúa detenida en su desarrollo. El Socialismo del Siglo XXI no ha logrado transformar significativamente esta triste realidad. La modernidad arquitectónica y urbanística que le dio renombre internacional a esta ciudad desde el Plan Monumental de Caracas de 1939 se quedó congelada como expresión de un patrimonio latinoamericano en constante deterioro.
Las riquezas petroleras de ese país y los cambios de giro en la política venezolana en lo que va corrido del presente siglo, no han logrado movilizar las fuerzas sociales para jalonar las transformaciones urbanísticas y territoriales que esta metrópoli caribeña requiere con urgencia. O quizás sea mejor decir que la lucha por el control de esas rentas se haya vuelto el motivo principal que le impide a Caracas alcanzar la calidad de vida que se merecen todos sus habitantes.
Son muchos y muy complejos los factores que inciden en esta situación. Las disputas por el control territorial entre el oficialismo y la oposición no ceden. La puja continúa sin que logre destrabarse a favor de un plan de ordenamiento territorial que integre los diferentes estados en los que está dividida la Gran Caracas. Unos y otros escasamente avanzan mediante intervenciones puntuales y sectoriales que no trascienden la idea de un microurbanismo de bajo impacto colectivo. Las grandes infraestructuras como la apertura de nuevas vías y autopistas urbano-regionales, la modernización y rediseño del sistema integrado de transporte, los grandes parques y equipamientos metropolitanos, los ejes peatonales o los agudos problemas ambientales que está produciendo la fragmentación artificial del territorio, van quedando aplazados indefinidamente.
Ninguna de las fuerzas políticas en disputa ha demostrado el más mínimo interés por anteponer los intereses colectivos en función de destrabar los factores que están hundiendo a Caracas y a los caraqueños en el caos, el desorden urbano y la insolidaridad ciudadana. Pareciera que el deterioro de la ciudad y la negación de opciones de ordenamiento territorial colectivo fueran precondiciones de las luchas interpartidistas por el poder político. Ni el llamado Socialismo del Siglo XXI ni la ciudad capitalista global tienen proyecto de ciudad. La consecuencia lógica es que la Caracas de hoy es el más fiel reflejo de la anticiudad. Un collage de fragmentos sin principio ni fin, unos proyectos habitacionales de clases medias y altas que construyen verdaderas murallas sobre la calle porque la sienten como una amenaza a la seguridad privada; unos barrios populares que no logran superar su inveterada condición de marginalidad, pese a los innumerables proyectos de mejoramiento de las viviendas que desarrollan las misiones en todas las áreas.
Mientras Caracas siga siendo una ciudad improductiva y mantenga esa dualidad de ser a la vez capital de capitales y ciudad masificada del comercio y los servicios precarios, no podrá salir de su crisis. Y mientras la ciudad no cuente con instrumentos apropiados para la gestión pública del suelo urbano, será imposible reordenar su territorio.
Mientras Caracas siga siendo una ciudad improductiva y mantenga esa dualidad de ser a la vez capital de capitales y ciudad masificada del comercio y los servicios precarios, no podrá salir de su crisis. Y mientras la ciudad no cuente con instrumentos apropiados para la gestión pública del suelo urbano, será imposible reordenar su territorio.
En Caracas, las ciudades colombianas podrán verse reflejadas si terminan por imponerse las fuerzas del mercado, doblegando la función pública y ecológica del urbanismo en la planeación integral de sus territorios. O si se debilitan los instrumentos de regulación haciendo prácticamente inoperantes las oficinas de planeación. El tema del transporte público, por ejemplo, resulta muy aleccionador. Caracas tiene un atraso de más de medio siglo en su sistema integrado de movilidad. En esta ciudad queda evidenciada la falsa disyuntiva de escoger entre el metro o el sistema masivo de buses. Tienen el mejor metro tanto de América Latina como de Europa. Mientras el gobierno nacional expande el metro subterráneo y lo conecta con la red ferrocarrilera en las periferias metropolitanas incorporando nuevos usuarios, el sistema se satura en horas pico por la ausencia de líneas troncales de transporte masivo de buses y el desorden que generan unas rutas alimentadoras sin control y pésimos vehículos. Entre tanto, las pocas autopistas colapsan por la abundancia de autos particulares sobre las vías. No ha habido poder humano que logre poner de acuerdo a los alcaldes de los diferentes estados que integran la Gran Caracas y al gobierno nacional para avanzar seriamente en los proyectos estructurantes de ciudad, metrópoli y territorio.
Así las cosas, desde hace más de cinco años que he estado visitando esta ciudad, parece detenida en el tiempo y en el espacio. Y no es que esté abandonada a su suerte. Tal vez lo que le sucede a Caracas es muy parecido a la sensación que dan esas casas viejas de barrios antiguos. Por más que se arreglen, siempre se verán deterioradas.
Mireya Lozada (2004) propone como búsqueda de alternativas a la territorialización de la polarización de Caracas, la construcción de ciudadanía y convivencia urbana cuando dice: “reconocer los conflictos, sus fronteras y horizontes, el manejo constructivo, democrático y pacífico de los mismos, a la par de reivindicar la política como negociación de la diversidad en su espacio natural de aparición, en lo público, en la experiencia cotidiana de los ciudadanos”.
Parece sencillo pero no lo es. Se trata de avanzar en la identificación de unos principios ético-políticos que tienen unas fuertes implicaciones para el desarrollo urbano. Ella misma, nos sugiere, por ejemplo, el fortalecimiento de la justicia, la equidad, el desarrollo sustentable, la diversidad y los derechos humanos, entre otros. Para Lozada, “es esa alma colectiva la que debemos reconocer en la calle, en los espacios urbanos; es esa la democracia por construir”.
Lozada, Mireya. (2004). Caracas: huellas urbanas de la polarización. En: Hernández, Tulio. (2010). Ciudad, espacio público y cultura urbana. 25 conferencias de la Cátedra Permanente de Imágenes Urbanas. Fundación para la Cultura Urbana, Volumen Nº 82. Caracas, Venezuela.
Muy buen post maestro. Le ha faltado al socialismo del siglo XXI mucho para que merezca ser llamado así ... pero eso es lo que hay
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