26 de junio de 2009

Persevera Perseverancia

Foto aérea del barrio La Perseverancia, Bogotá.


Por: Luis Fdo. Acebedo R.

Al finalizar la década de los años ochenta, tuve la oportunidad de conocer y sentir muy cercano a mis afectos el popular barrio La Perseverancia, ubicado en un área céntrica muy importante de Bogotá; caminé por sus estrechas callejuelas, recorrí sus micromanzanas; percibí su arquitectura popular y también habité en una de esas pequeñas viviendas que se repiten incansables, una tras otra, como las fichas de un juego de dominó.

En aquella época nunca pensé en detenerme a analizar sus orígenes, ni en encontrar la razón de ser de su existencia como barrio; pero cada mañana, cuando salía presuroso al trabajo, y al regresar por las noches, descubría una y otra sorpresa de esta formación socioespacial particular que motivaban mucho más mi interés por profundizar en sus raíces históricas.

La oportunidad de desentrañar todas las inquietudes que me había planteado sobre el barrio, llegaría por fin cuando comencé a abordarlo como objeto de estudio; y que gran atracción sentiría cuando al emprender su análisis, descubriera que este pequeño y singular barrio estaba localizado en el epicentro de las principales decisiones que fueron configurando, año tras año, una buena parte de la historia de la arquitectura y el urbanismo de Bogotá, desde finales del siglo XIX hasta nuestros días. Y por que no decirlo también, una buena parte de la historia socio-política de la ciudad. Quizás por esta razón, para Jairo Anibal Niño, ese importante literato, dramaturgo y poéta colombiano "la Perseverancia es el barrio más entero de Bogotá".

La Perse, como le decimos en confianza todos los que lo llevamos en nuestros afectos, tiene poesía, literatura, arte y arquitectura; en la Perse hay tragedias y comedias... y también hay un rico testimonio sobre los origenes de los primeros núcleos obrero-industriales de principios de siglo y sus condiciones habitacionales de existencia en la ciudad.

La historia, la verdadera historia de este barrio, la tienen sus gentes, los de ayer y los de hoy, y también el medio ambiente plagado de huellas y señales que evocan el paso de los años y un devenir incierto.

En la ladera de los cerros centro-orientales y con la presencia siempre tutelar del templo de Monserrate, se erige ese barrio sui generis. En la alborada, cuando el sol despunta a sus espaldas y las gentes salen de sus madrigueras para emprender una nueva jornada, un rayo de luz logra escaparse por entre los barrotes de cemento y vidrios polarizados que se levantan inconmensurables sobre la carrera séptima, y permiten observar, así sea por destellos, la prolongación infinita de la sabana cundiboyacense. Por las tardes, en cambio, una sombra negra se prolonga sobre las pequeñas ventanas del barrio a medida que el sol desaparece en el ocaso: es el edificio que durante mucho tiempo albergó el hotel Hilton y hoy ya nadie sabe qué es realmente. Su turbia presencia citadina parece una bandera clavada después de una guerra, condiciona la apropiación espacial de los cerros y establece la verdadera proporción de poderes (¿en crisis?) en el sector, desde los años 70.

Pero la Perse no se amilana, apenas si sonríe como un guerrero herido pero nunca derrotado, y en un diálogo silencioso, le advierte a su oponente que mientras por sus callejuelas los niños todavía corren y sonríen, la fachada del antíguo hotel se desmorona y sobre la puerta principal del edificio pende un aviso que anuncia el arriendo, la venta, o mejor la desbandada.

Martha Rodríguez, hija de la Perse, reflejaba hace unos años con nostalgia y la ternura de sus años infantiles, la presencia y la ausencia de su entorno:

Mi barrio era un castillo
Con mágicos fantasmas
Me era tan dificil mirar por las ventanas!...

Presencias y ausencias, memorias y fantasmas, confluyen sobre la calle 32 del barrio: La calle del bazar, de la fritanga y el tamal; la calle de la cerveza o de la chicha clandestina; la calle de la procesión o de la manifestación; del descenso con el ataúd a cuestas o el ascenso romero hacia el señor de Monserrate.

La calle 32 es todo un sistema, incluso iconográfico. En su cota más alta, el altar de la virgen de Fátima, como remate visual y comienzo de la peregrinación hacia los cerros; en el intermedio, la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que no sólo comparte serenamente su terrtorio con la estatua pintoresca y pueblerina del desaparecido líder Jorge Eliécer Gaitán, sino también, su condición mística.

Gente de angustia.
Gente tenaz,
Gente que siente con el alma
Gente de perseverancia..

Es el grio del caudiollo liberal que se quedó para siempre en la plaza donde protagonizó las más combativas manifestaciones obreras. Es además, el último grito, el texto y el contexto de un barrio siempre en rebeldía. Ahora, con el paso inclemente de los años, amenazado por el cruce raudo de las avenidas que lo atraviesan por sus costados y las presiones de los mercaderes de ilusiones, busca desesperado, como un destechado, un espacio amable en la ciudad.

26/06/09

24 de junio de 2009

Del "Paseo de los Estudiantes" al "Parqueo de los Comerciantes"


Por: Luis Fdo. Acebedo R.

En pocas semanas culminará una obra que en nuestra modesta opinión nunca debió construirse. Se trata del mal llamado “Paseo de los Estudiantes”, entre las comunas Palogrande y Universitaria de la ciudad de Manizales, en donde se concentra el mayor núcleo de universidades públicas y privadas de la ciudad. Probablemente encontraré muchos contradictores a esta tesis y no faltarán razones para contra argumentarme. Sin embargo, tengo opiniones de peso que quiero compartir con mis amigos y uno que otro ciudadano que por casualidad se haya interesado en este texto.

En el año 2006 nos sorprendió gratamente el llamado que la administración municipal le hizo a la Universidad Nacional para diseñar el Paseo de los Estudiantes sobre la Avenida Lindsay, un importante eje que une el edificio de El Cable en donde se localiza la Escuela de Arquitectura y Urbanismo, con las sedes universitarias más importantes de la Universidad Nacional y la Universidad de Caldas. Y digo que la sorpresa fue grata porque la iniciativa vino de uno de los alcaldes que probablemente haya desarrollado el mayor número de obras en la ciudad en épocas recientes, pero también el más abiertamente opositor a los procesos de planeación urbana, lo cual da testimonio de que muchas obras no necesiariamente representan un buen urbanismo. Es que uno de los mayores anhelos de este burgomaestre era acabar con la secretaría de planeación municipal. No se diga más.

La Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional asumió inmediatamente este compromiso como un proyecto de extensión solidaria por la importancia estratégica que dicho proyecto tenía dentro de la idea de hacer realidad esa loable iniciativa de transformar a Manizales en un “eje del conocimiento” y una "ciudad universitaria", dos conceptos sobre los que se ha hablado mucho pero se ha concretado poco, al menos en cuanto al diseño de unas políticas públicas se refiere.

La universidad cumplió con un proyecto que hizo honor al nombre y a las determinantes inicialmente propuestas por la administración, y adicionalmente, planteó unos lineamientos básicos para un plan urbanístico que posibilitara abordar la tarea en una escala intermedia con el fin de articular las diferentes sedes universitarias, institutos, colegios y centros de investigación e innovación a la malla urbana y ambiental de la ciudad. Más de 20 mil estudiantes de bachillerato y universidad caminan diariamente por las calles del sector, amenazados constantemente en su integridad física por una deficiente oferta de espacio público en medio de un gran volumen de vehículos circulando por las calles. Ellos hacen parte de un 30% de personas que definitivamente se movilizan a pie por la ciudad.

El principal aporte fue haber propuesto un sistema de espacio público bimodal en donde se separaba claramente el flujo peatonal del vehicular, facilitándole a los estudiantes un acceso amplio y seguro a sus centros educativos, y adicionalmente, estableciendo una conectividad peatonal con el estadio de fútbol, recientemente construido, aunque incumpliendo todas las normas internacionales de espacio público y equipamientos complementarios que una infraestructura de esta naturaleza requiere.

El proyecto, abalado inicialmente por la municipalidad y socializado en diferentes foros, fue finalmente archivado ante las objeciones planteadas por un puñado de comerciantes que argumentaron un perjuicio económico de sus negocios debido a la suspensión de unos cuantos cupos de parqueo sobre la vía. El alcalde rápidamente cambió la esencia del proyecto y pasó del “paseo de los estudiantes” a lo que nosotros hemos llamado “el parqueo de los comerciantes”. Es decir, de una solución soportada en la dignificación del peatón y en aumentar significativamente las calidades del espacio público, garantizando la movilidad vehicular, a otra cuya característica es la venia genuflexa al vehículo particular, manteniendo las dificultades de accesibilidad peatonal a los centros universitarios y demás equipamientos públicos de escala municipal y regional. Las diferencias saltan a la vista. Finalmente, la administración municipal hizo mutis por el foro y como un verdadero saltimbanqui regresó con un libreto a la medida de los mercaderes.

La miopía de los líderes políticos que administran la ciudad no tiene límites. De un tajo, desapareció la única posibilidad que existía de avanzar en una solución de integración urbanística de los campus universitarios con la ciudad, inspirado en la defensa de los intereses públicos y colectivos. El mercado le impuso sus reglas al conocimiento, y éste, vacilante, tímido e inseguro, se quedó sumido en las aulas, expectante. Hay que reconocerlo, faltó liderazgo, iniciativa y capacidad de respuesta colectiva de las instituciones educativas para buscar soluciones de fondo. Valió lo mismo ocho que ochenta.

Ya no habrá paseo de los estudiantes, tan sólo un intercambiador vial con algún mejoramiento de las aceras existentes. Sin embargo, la ciudad y los ciudadanos aún esperan una respuesta más proactiva de las universidades para liderar nuevos proyectos, así sean remediales en temas muy diversos que hagan de este segmento de ciudad un territorio verdaderamente inteligente. Para ello la universidad tendrá que superar la idea obsoleta de campus especializado para asumir el reto de integrar la universidad a la ciudad y la ciudad a la universidad.

25/06/09

23 de junio de 2009

"Quisimos viajar al futuro y ya llegamos"

Panorámica de la nueva Terminal de Transporte de Manizales, Caldas. (2009)


Por: Luis Fdo. Acebedo R.

Así anuncia una valla publicitaria la inauguración de la nueva terminal de transporte de Manizales, localizada en el sector de Los Cámbulos, al sur de la ciudad. Con semejante provocación quise ser un testigo directo de esa nueva realidad futurista que los albores del siglo XXI nos sugiere para la ciudad, al fin y al cabo, sus dirigentes políticos, de hace unos años para acá, se precian de ser los nuevos representantes de esa idea de progreso que caracterizó la modernidad tardía de Manizales, cuando a mediados del siglo pasado celebró su primer centenario queriendo emular las ciudades más prósperas del mundo industrializado por medio de la diáspora de obras construidas en toda la ciudad sin contexto ni pretexto.

Hoy, como hace más de medio siglo, parece que la realización de obras de infraestructura sin una planeación previa continúan siendo referentes fundamentales de crecimiento y avance de la ciudad, y particularmente aquellas relacionadas con la movilidad y el transporte. Ampliación y construcción de vías, viaductos y puentes, son, junto con la construcción del aeropuerto del café en el municipio de Palestina, las terminales de transporte y el cable aéreo, las obras predilectas de gobernantes, comerciantes y empresarios, para alcanzar su anhelado sueño de estar entre las ciudades más competitivas y globalizadas del país y el mundo. Si bien es cierto, todas ellas pueden resultar trascendentes en un mundo que busca acortar las distancias entre tiempo y espacio, también lo es que no puede lograrse a costa de lo aparentemente trivial, esto es, el espacio vivido, aquel que nos permite relacionarnos cotidianamente con los otros.

Pues bien, los manizaleños de cuna y por adopción, los visitantes consuetudinarios de la ciudad, tienen serias razones para preocuparse por el presente y futuro que están ofreciendo sus dirigentes en materia de obras de infraestructura. Si fuera por la terminal de transporte de Los Cámbulos, los ciudadanos tendríamos que resignarnos a una Manizales siempre inconclusa, como lo está todo el proyecto que ya se encuentra en pleno uso desde el pasado mes de abril. Un futuro aún empedrado es el que se sugiere cuando los pasajeros acceden a las bahías de ascenso de los buses intermunicipales. Una Manizales futurista totalmente agresiva con los ciudadanos de a pié, como diariamente tienen que hacerlo los pasajeros que usan el servicio público para llegar o salir de la terminal, ante la ausencia de un cruce peatonal seguro en la avenida Panamericana. Una ciudad que no brinda un cobijo seguro a sus habitantes frente a las inclemencias del tiempo, porque aún no se han construido unos paraderos cubiertos en las zonas de cargue y descargue para dignificar la llegada y salida de los usuarios consuetudinarios.

Si el futuro ya llegó, entonces sufriremos los problemas de una ciudad echada a la suerte de la improvisación y el caos, pues se ha dado al servicio una infraestructura de semejante trascendencia sin una clara previsión de sus impactos urbanísticos colaterales. Desde ya se observa el movimiento inmobiliario en las vecindades de la terminal de transporte y aún no se conoce un plan para guiar y ordenar las transformaciones urbanísticas que un equipamiento de esta naturaleza genera a su alrededor (hoteles, restaurantes, actividades comerciales, etc.). En las periferias inmediatas, comienzan a observarse los paraderos satélites de taxistas y vehículos piratas recogiendo o dejando pasajeros en lugares no acondicionados para ello.

Manizales ya tiene varios antecedentes de improvisación en estas materias. Para no salirnos del tema, baste recordar los debates suscitados cuando se discutía el proyecto de la Plaza Alfonso López en el centro de la ciudad. El gobierno municipal argumentó que tenía estudios recientes en donde se demostraba la vigencia de la terminal de transportes del centro por más de 20 años, y al poco tiempo, un nuevo estudio concluía la necesidad inmediata de construir una nueva terminal. Algo parecido sucedió con la desafortunada localización del terminal mixto de transporte intermunicipal e interveredal, definida a dedo por el Alcalde Rivas en el antiguo lote de la Escuela Jorge Robledo, contiguo a la Plaza de Mercado en la Comuna San José. Los estudios realizados por la Universidad Nacional para la formulación del plan parcial de renovación urbana del sector de La Galería sugerían otros predios más apropiados para su localización, ligados a medidas complementarias del manejo del tránsito vehicular y las zonas de cargue y descargue en el sector. A pesar de ello, el lote de marras fue entregado a la Terminal de Transportes a título de comodato y en menos de lo que canta un gallo se construyó esa pobre infraestructura cuyo principal aporte ha sido complejizar la problemática del sector de la Plaza de Mercado e inviabilizar el Plan Parcial, luego de más de un año y medio de trabajo conjunto con la administración municipal y una interesante dinámica de concertación ciudadana. Y ni para que hablar de las "razones técnicas" que justificaban el diseño y posterior construcción del Cable Vía.

En fin, la ciudad hace giros de 180 grados, para que todo siga igual. Todo parece indicar que un futuro digno y con alta calidad de vida aún será esquivo para las gentes de Manizales.

23/06/2009