Por: Luis Fdo. Acebedo R.
A comienzos del mes de marzo de 2009, se publicaron los indicadores en Actividades de Ciencia, Tecnología e Innovación –ACTI– del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología. Lo interesante de este informe es que cubre un período bastante amplio, desde los años 2000 a 2007, lo cual permite mirar en perspectiva la situación de la investigación en Colombia. Lamentablemente este informe no integra otros resultados muy interesantes que miden los avances del sector productivo en estas materias, como la Encuesta de Desarrollo e Innovación Tecnológica (2005), publicada por el DANE. A pesar de ello, su lectura sugiere muchas reflexiones. Quisiéramos hacer algunos comentarios relacionados con la región del Eje Cafetero, especialmente los departamentos de Caldas, Quindío y Risaralda:
La región, a pesar de tener un tamaño relativamente pequeño en el concierto nacional ocupa un quinto lugar en el desarrollo de proyectos ACTI en el país. Sin embargo, a nivel nacional es evidente la marcada tendencia a la concentración de la inversión en Bogotá y Medellín, principalmente.
Desde el punto de vista de los proyectos de investigación, a nivel regional se observa un mayor interés por orientarse hacia los siguientes Programas Nacionales de Ciencia y Tecnología (PNCyT): Ciencia y tecnología agropecuaria; desarrollo tecnológico, industrial y calidad; electrónica, telecomunicaciones e informática, estudios científicos de la educación; biotecnología; ciencias del medio ambiente y el hábitat; ciencia y tecnología de la salud; ciencias básicas. Cada departamento reporta sus propias fortalezas y debilidades en estos campos: Caldas es fuerte en ciencia y tecnología agropecuaria y desarrollo tecnológico industrial y calidad, pero paradójicamente débil en ciencias del medio ambiente y el hábitat; Quindío concentra únicamente sus esfuerzos en ciencias y tecnología de la salud y ciencias básicas; Risaralda es fuerte en ciencias del medio ambiente y el hábitat y ciencia y tecnología de la salud. Caldas y Risaralda van mostrando indicadores crecientes en biotecnología.
Al comparar los proyectos ACTI –que son principalmente los resultados de los grupos de investigación adscritos a Colciencias– con las agendas internas para la productividad y la competitividad –que reflejan principalmente el interés del gobierno y las cámaras de comercio– se observa cierta incoherencia entre unos y otros, o mejor, entre las capacidades reales de investigación (academia) y los propósitos de los sectores productivos (empresas). Veamos:
De acuerdo a los indicadores de ACTI, en Caldas hay muy poca tradición en investigación asociada a la energía y minería, sin embargo, se ha seleccionado como una de las principales apuestas productivas; mientras que es destacada la investigación en electrónica, telecomunicaciones e informática, pero no hay una apuesta productiva al respecto. En Quindío no hay tradición de investigación en ciencias del medio ambiente y el hábitat, sin embargo, se ha propuesto valorar y proteger la biodiversidad, el medio ambiente y el desarrollo sostenible como una de las tareas prioritarias. Las investigaciones principales están en salud, pero tampoco hay ninguna estrategia productiva al respecto. Se da un valor muy importante al software como una de las cinco apuestas productivas, pero los grupos asociados en el departamento son todavía muy débiles. Los proyectos de investigación en Risaralda son mucho más diversificados y guardan coherencia con sus apuestas productivas.
En general, hay una gran diáspora de grupos de investigación en toda la región, con muy pocos investigadores adscritos. Sobresalen en fortaleza los grupos asociados al café, especialmente Cenicafé en Caldas.
En el campo de las revistas indexadas se evidencia una mayor presencia de las ciencias sociales y humanas y una gran deficiencia en las áreas de tecnologías en general. Evidentemente, las ciencias sociales demuestran una mayor capacidad de difusión de sus conocimientos a través de los medios impresos o electrónicos nacionales. La otra posibilidad, que no excluye lo anterior, es que las llamadas “ciencias duras” privilegien la publicación de sus artículos en revistas extranjeras, lo cual es bastante factible. La Universidad Nacional, sede Manizales, paradójicamente, no tiene ninguna revista indexada. Aquí hay una señal de alerta grave para esta institución.
Estos datos nos remiten a la urgente necesidad de avanzar en la formulación de una política regional en Ciencia, Tecnología e Innovación, que aún no existe. Y obviamente, el imperativo de concretarla con la sinergia de todos los actores: Academia, gobierno, sector productivo y sociedad civil. O mejor, trabajemos por un sistema territorial de innovación en la ecoregión Eje Cafetero para que los intangibles del conocimiento puedan materializarse integralmente en los tangibles del desarrollo territorial.
Para mayor información, ver: http://www.ocyt.org.co/
04/07/09
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