En comunidades marginadas y en condiciones de vulnerabilidad como las del sector de SILOE en Cali, la fundación SIDOC con los habitantes del sector y producción local de pinturas en microempresas caseras, adelanta la tarea de pintar en color blanco los muros expuestos y visibles desde prácticamente toda la ciudad. Fotografía: Muñoz, John G. (2009)
El Arquitecto John Geyner Muñoz participó activamente en el conversatorio académico “Lecturas cortas para espacios breves” que lideré en la Universidad San Buenaventura de Cali con estudiantes de la Especialización en Proyecto Urbano. En esta oportunidad, Geyner reflexiona sobre la participación del funcionario público en la formulación del “proyecto urbano” .
Por John Geyner Muñoz[1]
Con frecuencia acostumbramos afirmar que la ciudad hay que dejársela a los que “saben”, a los que saben “construirla”, a los que de alguna manera nos preocupamos por saber mas técnicamente sobre ella, y empezamos a prepararnos para estar calificados y asumir los retos que la construcción de la cuidad implica. Con frecuencia, y teniendo en cuenta nuestra cultura e idiosincrasia, empezamos a eludir los problemas de la ciudad responsabilizando a los que saben del tema para que cuando algo no funcione como debiera, entonces tengamos a quien culpar.
Cuando se observa el actuar de los entes gestores de los cambios, se nota que muchos de esos cambios han surgido de una cierta incertidumbre por parte de los actores municipales en cuanto a que no tienen claro en muchos temas la forma mas correcta de asumirlos, ya sea por una legislación actual mal comprendida o ante todo por que es tomada del modelo español, en donde su cultura, además de tener unos parámetros de comportamiento diferentes, también ha superado y resuelto otros problemas de fondo que terminan afectando la forma de actuar de los ciudadanos en ámbitos básicos como el comportamiento en vía pública, pasando por los temas de infraestructura, hasta llegar a una cultura con una conciencia ciudadana más elaborada y madura.
Al mismo tiempo, en nuestro entorno y ante la necesidad de dar cumplimiento a la legislación actual, los actores gestores representantes del gobierno municipal, se vuelcan no siempre de la mejor manera a permitirle a la ciudadanía, a los “no preparados” a los que supuestamente deberían dejarse llevar de la mano como ovejas a un destino de incertidumbre, al éxito o al fracaso, a lo que el tiempo se encargue de develar. Quizá cuando la solución es menos visible a los cánones y prácticas tradicionales urbanas de cambio, cuando mas complejo se torna sacar del “vademecum” de soluciones predispuestas, es decir, cuando los que sabemos de ciudad no sabemos que hacer, entonces volcamos la atención a los protagonistas de las sociedades y entornos urbanos que pretendemos cambiar.
Nosotros los “preparados” nos dimos cuenta a partir de no saber qué hacer, que la mejor fuente de las soluciones duraderas y mejor aceptadas por las comunidades no solo son las mejores físicamente, si no las que mas impactan positivamente propiciando cambios y transformando socialmente a los entornos inmediatos, quizá por que además de mejorar su hábitat, se convierten en germen del sentido de pertenencia, haciendo sentir orgullosos a su beneficiarios y asegurando de paso una actitud positiva que se transforma semilla de sostenibilidad en el tiempo. Nos dimos cuenta que con este tipo de intervención, trabajando con “los que saben mejor hacer ciudad”, los marginados, los habitantes de las comunas, es posible hacer ejemplo de sociedad.
Un proyecto fundamentado en lo social:
Hoy en día no sólo estamos aprendiendo a construir conciencia de ciudad sino también que en ese proceso de construcción bien enfocado, tenemos la oportunidad de hacer sociedad. Es aquí en donde la integralidad del proyecto urbano como disciplina de análisis pero también de aplicación, juega un papel preponderante como herramienta poderosa para la construcción de ciudad, no sólo a través del trabajo entre disciplinas, sino también en la verdadera interacción con las comunidades, haciéndolas participes, consiguiendo con ellas solución a los aspectos sociales y logrando respuestas formales o de diseño que no se subordinen a los paradigmas estéticos, sino también a las particularidades del lugar para hallar su propia belleza.
Un buen ejemplo de esta simbiosis es en mi concepto, el proyecto de recuperación habitacional “Nuevo Sol de Oriente” , el cual se inicia en el año 2004 impulsado y coordinado por la Empresa de Desarrollo Urbano EDU en los asentamientos de ladera en la zona oriental de la ciudad de Medellín, basado en la elaboración y desarrollo de un modelo de Reasentamiento que identifica la complejidad social, económica, medioambiental y urbana, partiendo de las particularidades del lugar, en pro de la mejora en las condiciones de vida para cientos de familias en el entorno de uno de los proyectos estructurantes de mayor importancia en la ciudad como es el Metro Cable.
El concepto de reasentamiento en la actuación sobre el entorno de la quebrada de Juan Bobo, no sólo se construyó a partir de un discurso de socialización sino que también logró cambiar una realidad centrándose en tres puntos básicos de intervención: a). El mejoramiento ambiental de la quebrada íntimamente ligado a la generación del espacio público como generador de calidad de vida y movilidad a través de la construcción de plazoletas, senderos y puentes peatonales, pasando de 0.5 m²/habitante a 3.17m²/habitante; b) La construcción de vivienda en altura para disminuir la ocupación en planta y recuperar espacio para la quebrada y el peatón; b) El mejoramiento de las viviendas que por sus condiciones físicas, estructurales y de ubicación así lo permitieran, dentro del “Plan Terrazas” como fue denominado, gestionándolo por autoconstrucción.
Con este proyecto quedó muy claro que las verdades y paradigmas creados antes de la intervención en una realidad general, fueron cambiados por la idea de participación e inclusión desde lo social y que no deben asumirse los procesos de creación o transformación de ciudad como una responsabilidad unilateral del estado, supliendo necesidades a una comunidad que debe recibirlas y adaptarse a ellas como un regalo o como gesto caritativo.
Es claro también que el papel del hacedor de ciudad y mas específicamente de aquel que trabaja desde la institucionalidad del estado representada en el funcionario público, debe atender con mayor preocupación el tema de la recuperación o de la construcción de confianza de sociedades cada vez mas esquivas a la paquidermia y escaso control estatal y también más inquieta y activa en los temas de ciudad. Ahora es evidente que quienes creíamos tener la verdad en los temas de ciudad, estamos abocados a la integralidad e interdisciplinariedad, convirtiéndonos en unos verdaderos interpretes de las necesidades de un entorno social, pero también en fabricantes de nuevas realidades.
En unos años, valdrá la pena preguntarse con humildad ¿quiénes le enseñaron a quién? Y ¿Quiénes de verdad supieron qué hacer con la ciudad? ¿Cómo los hacedores de ciudad lograron ser todos como un equipo y cómo entendieron que somos partes de un todo que supo que de las acciones y decisiones que se tomaron hoy, dependió nuestro éxito el día de mañana?.
Bibliografía de referencia:
“HEART FELT HOUSES”. The pilot Project: Housing Consolidation and Environmental Recovery of the “Juan Bobo” streambasin area. En http://www.unhabitat.org/bestpractices/2008/mainview.asp?BPID=1982
Alcaldía de Medellín. 2008. Consolidación habitacional Quebrada Juan Bobo. Medellín, adelante y sin reversa. Presentación.
EDU. (Abril 2007). Juan Bobo hacia una política del hábitat. Boletín Externo Número 5. Medellín.
EDU. (Febrero 2008). Nuevo Sol de Oriente, Viviendas con corazón y sensibilidad social. Boletín Externo Número 25. Medellín
[1] Arquitecto, Especialista en Proyecto Urbano, Universidad San Buenaventura, Cali. jgeyner1@yahoo.com
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