Por: Luis Fdo. Acebedo R
En los primeros días del pasado mes de noviembre (2010) el destacado urbanista español José Miguel Fernández Güell visitó la ciudad de Manizales invitado por la Alcaldía Municipal y el Comité Intergremial de Caldas para participar de un primer foro sobre Planeación Estratégica de Manizales. Sobre esta actividad no se sabía mucho, más allá de un ejercicio liderado por el gobierno nacional anterior para que las ciudades definieran unas estrategias de mediano plazo en el marco de la política “ciudades amables” que a nivel local se denominó “Manizales 2019”. Hoy sabemos que hay un grupo de 31 expertos que está creando las bases de un ejercicio de planeación estratégica para Manizales, pero el común de los ciudadanos no conoce sus nombres ni sus propuestas.
A José Miguel Fernández se le ha conocido internacionalmente por el liderazgo en la formulación del plan estratégico de Bilbao, una ciudad que por cierto, construyó su proyecto urbano a partir del reconocimiento de las necesidades locales, más que de los recetarios internacionales inspirados en la competitividad empresarial. Y hoy es ejemplo para el mundo.
La planeación estratégica tiene su origen en los métodos de la empresa privada para lograr sus objetivos y por eso, durante mucho tiempo se enfocaron en estrategias competitivas de mercado y muy poco en la gente. Sin embargo, a fuerza de muchos fracasos ha ido entendiendo que debe superar esa visión reduccionista e incorporar la complejidad de lo público y lo colectivo como determinantes del devenir de las ciudades y los territorios. También ha logrado entender que sus alcances están principalmente en la esfera de un gran acuerdo colectivo entre los diferentes actores que intervienen en el desarrollo, pero que requieren complementarse con otros instrumentos como el Plan de Ordenamiento Territorial, la planeación física de las ciudades y las regiones, el proyecto urbano, entre otras herramientas que coadyuvan al logro de los objetivos.
Y quizás uno de los aspectos más interesantes es su valoración sobre la participación ciudadana efectiva como medio para desatar las fuerzas del cambio. La “efectividad” en este caso no es mera casualidad. También aquí el discurso de la planeación estratégica comenzó utilizando metodologías orientadas a legitimizar los proyectos preconcebidos de los actores económicos y políticos dominantes, contribuyendo rápidamente a la desmovilización de las fuerzas sociales y en no pocas oportunidades, a la activación de toda suerte de resistencias civiles que terminaron en nuevas frustraciones sociales. Hoy todavía no saben cómo lograr una efectiva participación ciudadana, pero insisten en su importancia para garantizar la sostenibilidad del proceso.
José Miguel Fernández vino a decirle a los políticos y gobernantes locales unas cuantas verdades. La primera, que desistan de hacer de la planeación estratégica una nueva forma de marketing político o de politiqueros disfrazados de tecnócratas. La segunda, que se olviden de sus pretensiones de hacer del plan un instrumento económico para capturar rentas a costa del deterioro de la calidad de vida de las gentes y del medio ambiente. La tercera, que no sigan destruyendo el capital social con medidas autoritarias. Y la cuarta y última, que se logren acuerdos no sólo en las generalidades sino en los proyectos tangibles y concretos.
Cuatro criterios considerados como “amenazas” en la formulación de un plan estratégico, pero que en Manizales son ya realidades agobiantes y causa de la caída progresiva de todos los Indicadores de Desarrollo Humano locales y regionales. Pero seguramente estas recomendaciones cayeron en suelo árido porque el interés de los politiqueros y administradores de turno está en como encontrar nuevas fórmulas para hacer de la estrategia competitiva de los mercados la razón de ser de la gobernabilidad urbana. José Miguel Fernández les ha dicho que ha llegado la hora de trascender ese discurso para trabajar sobre tres dimensiones importantes: la equidad-habitabilidad, la sostenibilidad y la gobernabilidad.
FERNÁNDEZ GÜELL, José Miguel. (2006). Planificación estratégica de ciudades. Nuevos instrumentos y procesos. Editorial Reverté. España.
En los años 80-90 Manizales tenìa un tipo de convenio (en francés Jumelage) con una ciudad francesa que se llama Saint-Nazaire. Esas relaciones consisten en intercambiar experiencias en lo econòmico, social, urbano, etc... Yo no tenìa idea que eso habìa existido (en Manizales muy pocos deben acordarse). Lo supe porque el director de una agencia de planeaciòn urbana acà en Nantes (SAMOA) me contò la historìa cuando supo que soy oriundo de Manizales. Se llama Laurent Théry y en 2010 recibiò el Gran Premio de urbanismo de Francia. Èl era el responsable de esas relaciones cuando trabajaba en aquella ciudad. Obviamente le pregunté qué habìa dejado el proceso de intercambio y me dijo que muy poco. Por qué, le pregunté, la "corrupciòn" me contestò. Làstima que no le pararon bolas al hombre porque tiene ideas muy buenas. A Saint-Nazaire la reconvirtiò y lo mismo hizo con Nantes.
ResponderEliminarEsperemos que no le hagan botar mucha corriente (en vano) al doctor Doctor Fernàndez Güell.
Hola Juan David:
ResponderEliminarQué interesante descubrimiento. Deberías proponerte recuperar esa memoria mediante una entrevista con el señor Théry. No han sido pocos los extranjeros que han llegado a la ciudad de Manizales con deseo de aportar, pero casi siempre se encuentran con la barrera de la burocracia, la politiquería y la corrupción. Además de la ignorancia. Por eso muchas ideas y planes interesantes se han quedado en el papel. Bien valdría la pena hacer una investigación sobre la mirada de los extranjeros en la planeación de nuestro territorio.
Bien al renacer dicha mirada no solo en la planeación, puede servir como base para otros aspectos.
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