Por: Luis Fdo. Acebedo R.
Manizales es única, es cierto, aunque no necesariamente por la cultura de sus gentes, como suele afirmarse cuando se trata de exaltar la ciudad con sentido populista. De ser así, pienso que Manizales es una ciudad como cualquier otra, con sus virtudes y defectos. Una ciudad intermedia, eso sí, como para ponernos en contexto.
Sus líderes políticos sueñan con posicionarla a la altura de las grandes capitales del mundo, sin embargo, a veces se comportan como cualquier hijo de vereda o como gamonal de pueblo, que es aún peor. Se me viene a la memoria, por ejemplo, el veto que hizo público el alcalde Juan Manuel Llano al cantante puertorriqueño de “Calle 13” para impedirle su ingreso en las próximas Ferias de la ciudad en el mes de Enero. Todo por portar una camiseta publicitaria con un contenido susceptible de múltiples interpretaciones, alusiva a las bases militares. “Uribe para bases militares”, decía el mensaje, pero la irritabilidad de los albaceas de la política de Seguridad Democrática en la ciudad leyeron otra cosa, “Uribe Paramilitar”. Bueno, no es mucha la diferencia; en cualquier caso, la guerra está ahí presente. Y ahí también estaba el alcalde Llano, como en la inquisición, definiendo quien entra o sale de su ciudad medieval amurallada.
Es que la cultura no es un concepto abstracto, se expresa en los hechos cotidianos, y sobre todo tiende a ser cada vez más universal, especialmente en cuanto a eso que conocemos como “cultura ciudadana”. En este aspecto, a los manizaleños les falta todavía bastante. Yo quisiera preguntar a través de este medio, si existe alguna ciudad en el mundo que acepte o tolere el parqueo de vehículos en las glorietas o “roundpoint”. Sí, esos espacios circulares que sirven para redistribuir el flujo vehicular en los cruces de las calles. Bueno, en Manizales es totalmente aceptado como norma con la connivencia de las autoridades policivas y de tránsito. Sucede en varias glorietas de la ciudad, pero especialmente en el barrio La Estrella, donde confluyen ocho calles de manera concéntrica con mayores flujos vehiculares cada día.
Dirán los manizaleños más provincianos: “hombre, lo que pasa es que sólo nos demoramos una horita, mientras termina la Santa Misa”;; otros que han viajado por las principales ciudades del mundo pero al llegar a Manizales parquean en la glorieta del barrio La Estrella, dirán con cierto rubor en las mejillas, “pero es que no hay comparación, el barrio La Estrella es el barrio La Estrella”; aquellos que aún creen que pueden llegar con el vehículo hasta la puerta de acceso del comercio o servicio que demandan, replicarán desafiantes “y dónde quiere que parquee, estúpido”; y otra parte de esos manizaleños “cultos”, aunque bastante avaros como para pagar 800 pesos la hora en las zonas públicas de estacionamiento perfectamente delimitadas en algunas de las calles adyacentes, nos mirarán con carita de ternero huérfano y a renglón seguido exclamarán en tono muy bajo, casi imperceptible “es que me demoro dos segunditos solamente”.
Y así cada quien encontrará sus motivos para parquear en la glorieta del barrio La Estrella el tiempo que considere necesario y justificar, a lo manizaleño, la violación de una norma universalmente aceptada, ante los ojos de los policías de tránsito, enceguecidos por la fuerza de la costumbre y porque también van a misa casi todos los días. ¿Acaso el cura de la parroquia no se habrá dado cuenta que sus feligreses son pecadores consuetudinarios, no de las leyes divinas porque no me consta, sino de estas normas terrenales cuyo cumplimiento estricto nos hacen cada vez más ciudadanos del mundo?.
29/11/09
Manizales es única, es cierto, aunque no necesariamente por la cultura de sus gentes, como suele afirmarse cuando se trata de exaltar la ciudad con sentido populista. De ser así, pienso que Manizales es una ciudad como cualquier otra, con sus virtudes y defectos. Una ciudad intermedia, eso sí, como para ponernos en contexto.
Sus líderes políticos sueñan con posicionarla a la altura de las grandes capitales del mundo, sin embargo, a veces se comportan como cualquier hijo de vereda o como gamonal de pueblo, que es aún peor. Se me viene a la memoria, por ejemplo, el veto que hizo público el alcalde Juan Manuel Llano al cantante puertorriqueño de “Calle 13” para impedirle su ingreso en las próximas Ferias de la ciudad en el mes de Enero. Todo por portar una camiseta publicitaria con un contenido susceptible de múltiples interpretaciones, alusiva a las bases militares. “Uribe para bases militares”, decía el mensaje, pero la irritabilidad de los albaceas de la política de Seguridad Democrática en la ciudad leyeron otra cosa, “Uribe Paramilitar”. Bueno, no es mucha la diferencia; en cualquier caso, la guerra está ahí presente. Y ahí también estaba el alcalde Llano, como en la inquisición, definiendo quien entra o sale de su ciudad medieval amurallada.
Es que la cultura no es un concepto abstracto, se expresa en los hechos cotidianos, y sobre todo tiende a ser cada vez más universal, especialmente en cuanto a eso que conocemos como “cultura ciudadana”. En este aspecto, a los manizaleños les falta todavía bastante. Yo quisiera preguntar a través de este medio, si existe alguna ciudad en el mundo que acepte o tolere el parqueo de vehículos en las glorietas o “roundpoint”. Sí, esos espacios circulares que sirven para redistribuir el flujo vehicular en los cruces de las calles. Bueno, en Manizales es totalmente aceptado como norma con la connivencia de las autoridades policivas y de tránsito. Sucede en varias glorietas de la ciudad, pero especialmente en el barrio La Estrella, donde confluyen ocho calles de manera concéntrica con mayores flujos vehiculares cada día.
Dirán los manizaleños más provincianos: “hombre, lo que pasa es que sólo nos demoramos una horita, mientras termina la Santa Misa”;; otros que han viajado por las principales ciudades del mundo pero al llegar a Manizales parquean en la glorieta del barrio La Estrella, dirán con cierto rubor en las mejillas, “pero es que no hay comparación, el barrio La Estrella es el barrio La Estrella”; aquellos que aún creen que pueden llegar con el vehículo hasta la puerta de acceso del comercio o servicio que demandan, replicarán desafiantes “y dónde quiere que parquee, estúpido”; y otra parte de esos manizaleños “cultos”, aunque bastante avaros como para pagar 800 pesos la hora en las zonas públicas de estacionamiento perfectamente delimitadas en algunas de las calles adyacentes, nos mirarán con carita de ternero huérfano y a renglón seguido exclamarán en tono muy bajo, casi imperceptible “es que me demoro dos segunditos solamente”.
Y así cada quien encontrará sus motivos para parquear en la glorieta del barrio La Estrella el tiempo que considere necesario y justificar, a lo manizaleño, la violación de una norma universalmente aceptada, ante los ojos de los policías de tránsito, enceguecidos por la fuerza de la costumbre y porque también van a misa casi todos los días. ¿Acaso el cura de la parroquia no se habrá dado cuenta que sus feligreses son pecadores consuetudinarios, no de las leyes divinas porque no me consta, sino de estas normas terrenales cuyo cumplimiento estricto nos hacen cada vez más ciudadanos del mundo?.
29/11/09